Por Norberto Alayón *
Unos colegas y amigos de Bahía Blanca me enviaron la noticia de la reciente decisión adoptada por el Tribunal de Ética del Colegio de Profesionales de Servicio Social de Neuquén. En una medida ejemplar, que entiendo es la primera de este tipo en el seno de nuestra profesión de Trabajo Social, convocaron a juicio al asistente social Ricardo Grisotto, comprobando que este profesional “era responsable de haber violado principios éticos, priorizando su condición de informante del Ejército en los años de la dictadura militar que encabezó el entonces general Jorge Rafael Videla”.
En virtud de este juicio (al que Grisotto fue convocado para defenderse de las acusaciones y al cual no se presentó a testificar), el Colegio resolvió retirarle la matrícula profesional y expulsarlo de la organización. Este asistente social había sido colaborador y miembro informante del Ejército Argentino, reportando los datos que obtenía al Batallón 601 de Inteligencia.
Dicho juicio demostró que Grisotto “violentó el secreto profesional habiendo utilizado información propia de su trabajo en el Hospital Central de Neuquén “Castro Rendón” para su tarea de informante, desplegando además una actividad de inteligencia paralela a su labor profesional”.
El Tribunal de Ética estuvo integrado por los colegas Graciela Lencina, Omar Pinchulef y Darío González, habiendo señalado en el fallo que “Resulta probado que se desempeñó como agente de inteligencia y que su función era involucrarse con organizaciones sociales, receptar, clasificar y derivar información a su destacamento”. Agregando que “la conducta del licenciado Grissoto es reprochable desde la ética social, democrática y de los derechos humanos y mucho más reprochable desde el campo de la ética profesional”. Mencionaron como agravante que “se trata de una persona cuyos estudios universitarios le exigen justamente promover y respetar los derechos humanos y los principios democráticos”.
Asimismo, la licenciada Alicia Pizarro, ex compañera de trabajo de Grissoto en el hospital provincial “Castro Rendón” de Neuquén e impulsora de la denuncia, dijo que “cuando Grissoto apareció la lista de los servicios” quedaron muy afectados “por haber compartido muchos años de trabajo con una persona que ha sabido de todas las intimidades que tiene esta profesión”. “De todas formas uno no puede quedarse con lo emocional sino que tiene que seguir apostando a la memoria porque sabemos que profesionales de todo tipo han sido parte del engranaje del terrorismo de Estado”.
Otras colegas también, como Nilda Eloy y Silvia Roca (secretaria del Colegio neuquino) formularon declaraciones periodísticas que reafirman la importancia de este dictamen, en la línea de la defensa de los derechos humanos y de la recuperación de la memoria colectiva.
Igualmente, Lolin Rigoni, de la Asociación Madres de Plaza de Mayo, filial Alto Valle de Río Negro y Neuquén, aseguró que “Grissoto fue como un Astiz (Alfredo) aquí dentro de las Madres”, aunque aclaró que “nunca participó del Grupo de Apoyo o en las reuniones, pero sí estaba en contacto permanente y asistía a las marchas”.
Estos colegas en particular y el Colegio de Profesionales de Servicio Social de Neuquén en su conjunto como institución, honran y dignifican a nuestra profesión de trabajadores sociales y a la sociedad toda. Sus testimonios, su valentía, oxigenan la vida y, probablemente, estén marcando un hito, un rumbo, en el Trabajo Social argentino y latinoamericano en la perspectiva de la revalorización de una ética y un compromiso profundo puestos al servicio del mejoramiento social.
Por su parte, la colega misionera Silvana Martínez, recientemente electa como Presidenta de la Federación Argentina de Asociaciones Profesionales de Servicio Social (FAAPSS), emitió una valiosa declaración donde expresa el reconocimiento y apoyo a los colegas del Colegio de Profesionales de Servicio Social de Neuquén, remarcando que “desde la FAAPSS, acompañaremos y propiciaremos la continuidad de estas acciones en todos los colegios y asociaciones miembros, como parte de una política de Memoria, Verdad y Justicia, no sólo hacia el interior del colectivo profesional, sino hacia nuestro pueblo, poniendo claro nuestro compromiso como trabajadores sociales argentinos, de fortalecer y acompañar los procesos de emancipación social de nuestros pueblos latinoamericanos”.
Este verdadero ejemplo de los colegas neuquinos podrá ayudarnos a los trabajadores sociales -y también por supuesto a otros profesionales- a rescatar otro nivel de la necesaria memoria, aunque de escala diferente, pero también muy importante. Es el referido a aquellos intelectuales y técnicos que sistemáticamente asumen funciones profesionales de relevante rango en las sucesivas dictaduras militares. Y que luego, en los períodos de recuperación democrática, se metamorfosean y reciclan, pasando inadvertidos o como “técnicos neutros”, hasta la siguiente dictadura en que vuelven a asumir cargos similares.
En el campo de la acción social, hay muchos casos de personajes que intervinieron en las dictaduras de Lonardi-Aramburu iniciada en 1955; de Onganía-Levingston-Lanusse iniciada en 1966; y de Videla-Viola-Galtieri-Bignone iniciada en 1976. Fueron colaboradores y partícipes de primer grado en esas dictaduras como Ministros, Secretarios, Subsecretarios y, más tarde, aprovechándose de la desmemoria que nos suele invadir, como ciudadanos y profesionales, continuaron en nuevas funciones durante los períodos democráticos, mientras quedaban atentos y prestos para revistar, como si nada, en la próxima dictadura.
En estos casos, también resulta trascendental mantener actualizada la memoria, porque las dictaduras no emergen sólo por la terrible acción de los uniformados, sino también -y tal vez principalmente- por la gestión y apoyatura de ciertos civiles, muchos de ellos profesionales reconocidos.
* Norberto Alayón: Trabajador Social. Profesor Titular Regular. Carrera de Trabajo Social (UBA).