Por Carlos Solero
Durante lo que el historiador Eric Howsbawn llama el corto Siglo XX, se produjeron múltiples convulsiones sociales y políticas, revueltas populares, golpes de Estado y asonadas de diverso carácter. Pero sin duda uno de los acontecimientos más singulares y complejos por su persistencia es la Guerra Civil Española, de un siglo a otro sus efectos se mantienen como heridas abiertas sobre todo por la impunidad de los crímenes perpetrados por el fascismo en las tierras ibéricas.
El levantamiento iniciado por Franco el 18 de julio de 1936 tuvo como respuesta popular una heroica resistencia que transformó lo que los militares sublevados contra la República creían “sólo un desfile”, en un enfrentamiento de tal magnitud que duró tres años, con frentes en toda la Península.
El 19 de julio las calles de las principales ciudades se llenaron de barricadas, al poco tiempo se organizaron las milicias y comenzó en algunas regiones como Aragón, Andalucía y levante el proceso de colectivización de la tierra.
Cabe señalar que el bando fascista supo encolumnar tras sus consignas de tradición, familia y propiedad, a los terratenientes, la jerarquía eclesial, la burguesía en su conjunto y la mayor parte de las fuerzas armadas; en defensa de los atávicos privilegios. Los alzados contaron con el respaldo irrestricto de regímenes como el de Mussolini y Hitler.
El bando Republicano, pleno de contradicciones, contenía a los socialistas, comunistas y regionalistas catalanes, vascos y gallegos.
Los anarquistas de la CNT-FAI intentaron llevar adelante una revolución socialista y libertaria.
La traición de los gobiernos europeos liberales y el quinta-columnismo de los stalinistas aportaron lo suyo a la derrota, la disparidad de fuerzas hizo que la llamada antesala de la Segunda Guerra Mundial diera el triunfo a los fascistas, instalando una dictadura sangrienta de cuatro décadas. Con miles de exiliados dispersos por todo el mundo.
Resuenan casi como proféticos los versos de Miguel Hernández:
“Descansar de esta labor
de huracán, amor o infierno
no es posible, y el dolor
me hará a mi pesar eterno.
Pero al fin podré vencerte
ave y rayo secular
corazón, que de la muerte
nadie ha de hacerme dudar”
Pero los rayos no cesan y la memoria popular y las ansias de justicia son como esos rayos que irrumpen contra las injusticias seculares.