Por Daniela Zagales
Ocho de la mañana, escuela pública provincial primaria de la Ciudad de Córdoba, barrio periférico:
“-Buenos días chicos
-buenos días señorita
-Buenos días a los papás
-buenos días………
Bien quiero decirles que vamos a tener que hacer algo con este temita de los golpes, se miran feo y ya es motivo de un puñetazo, la siguen afuera, tenemos la cola de alumnos en la puerta de la dirección por que se pegan… se empujar, se dicen malas palabras…. no sé, vamos a tener que tomar medidas o bien hacer un taller… algo, no sé….
(Otra docente) …además por ley no nos corresponde cuidarlos a cada uno… y menos fuera del colegio… si llamamos a los padres y esto no cambia daremos intervención al juez.. que les quite la patria potestad… porque ser padre no es sólo dar de comer o vestir…
(Otra docente) ….además llamamos a los padres y nos dicen: no sé qué hacer, no me hace caso… ahora son chicos, después qué va a hacer?? nosotras los tenemos una horita en cada materia, no es nuestra responsabilidad si se pegan porque ustedes no hacen nada en casa, la familia es la base de la sociedad y acá nadie se hace cargo…
Lo único que nos queda es llamar al juez… si se pegan, se ahorcan, se lastiman… llamaremos al juez y le diremos que la familia no se hace cargo…
Bueno pasen a las aulas y que tengan un lindo día!!! !”
Me fui con la cabeza aturdida y pensaba que se ha roto el hilo primordial que une educación, derechos humanos, construcción de aprendizaje, interés superior del niñ@, compromiso, …….
No dejo de reconocer que los problemas de violencia en las escuelas existen, son casi -diría- parte del modo de relacionarse que se ha instalado, son reflejo de un escenario social conflictivo, un modelo que excluye y deja sin resguardo a nuestros chic@s, un modelo en el que la solución del conflicto es la judicialización y no se da una instancia de reflexión y replanteo de estrategias o propuestas de frente al golpe como único modo de relación.
Claro, la mirada judicializante opera desde el terror, desde el oscurantismo, desde el desligarse del otr@ como persona, desde una ausencia de propuestas. Me fui aturdida y, sobre todo, pensando en el modelo educativo que refleja fielmente los resabios de la última dictadura militar en sus palabras y en sus acciones.
Por supuesto que la familia es fundamental, pero hoy es difícil hablar de “la familia”, hay múltiples modelos familiares (extensas, monoparentales, familias de padres separados, padres y madres solteros, abuelos, tíos, vecinos, que por diversas razones se hacen cargo de los desde lo que son y como pueden). Estos modelos no son únicos, ni estáticos, ni disfuncionales o malos, son la familia que cada uno tiene y a ella hay que apostar, acompañar, ayudar a resolver aquello que genera malestar.
Una vez mas sentía que muchos de estos niñ@s no tenían derecho a réplica, no tenían voz, no tenían esa mirada inclusiva que los haga sentir objeto de afectos, de preocupaciones o de interés.
“Vamos a tener que hace un taller o algo”, ¿qué es ese algo? ¿Da lo mismo operar desde una metodología de taller o “llamar al juez”? …ese algo debe ser intentar firmemente y convencidos que los alumnos modifiquen su modo de relación desde una alternativa afectuosa, divertida, generosa en estilo y capacidad de contemplar la diversidad de actores involucrados.
“Ser padres no es sólo dar de comer o vestir…”, sí seño, es así!!! sabemos que no es sólo eso, pero ¿sabe?? muchos papás ni siquiera pueden dar de comer a sus hijos, y ¿sabe por qué?? porque es perverso el modo en que se cierran sus lugares de trabajo o por que si tiene una caída presos no los toman en ningún lado, ¿sabe seño?
Estas son algunas de las cosas que pasan al interior de las familias, sólo algunas, sin mencionar que cada chic@ es diferente, cada persona tiene derecho y la educación es un derecho humano fundamental.
Creo que no es unilateral esta situación… sin duda no lo es, pero también miraba a los ojos a los “violentos niñ@s” que no superaban los once años y sentí que con esto de “llamaremos al juez” los lanzaban a un vacío cruel y obceno.
Qué pena sentí, que angustia y que rebelión… aunque en el fondo de mi creí una vez más que si no digo y hago, no voy a dejar de sentirme así.
No es ficción, son las diez de la mañana, estoy acompañada por unos mates, mirando por la ventana cómo asoma el sol después de una noche de lluvia en Córdoba y me acuerdo de los rostros de los nenes y nenas de esta escuela: no quiero que se queden sin escuela, no quiero que sean castigados, no quiero que los expulsen. Los quiero ver reir , crear, amar, desear, pensarse como parte de un modelo que los ve como sujetos de derechos, no como sujetos judicializables.
Sí: ojalá siempre tengan un lindo día!!!!!, como dijo la Seño directora… ese lindo día del que los adultos somos responsables…
Mu gustó mucho tu escrito, Dany. No sólo por cómo has plasmado el quehacer verbal de los docente frente a los conflictos escolares, sino cómo en las actitudes docentes se ve muchas veces la NO docencia. La mayoría de los docentes creen que la actividad docente es una pelota que rebota entre el pizarron y el borrador, y no logran ver que la formación va más allá de lo intelectual, que el compromiso genuino del enseñar también pasa por el rescatar al alumno de su propia realidad. Deberiamos recurrir al significado etimológico del sustantivo ‘pedagogo’, o cómo lo concebían los griegos, y recuperar el don de la docencia desde el espacio vocacional y no desde la alternativa laboral que nos salva la olla cada día. Así como hay cosas que no nos corresponde hacer, también hay mucha comodidad de conciencia que se ha terminado de comer el principal aprendizaje que debemos llevar a las jóvenes mentes demandantes: LA SOLIDARIDAD.