Por Carlos Solero
Mientras las fuerzas estatales reprimieron con ferocidad a los pobladores de Andalgalá (Catamarca), las empresas mineras continúan arrasando el ecosistema, con los seres humanos de las clases subalternas incluidos por supuesto, incluidos sólo en sus planes como sujetos pasibles de obediencia y dominación.
En su libro La banalización de la injusticia social, Christophe Dejours explica cómo es posible establecer similitudes y diferencias entre el sistema de los campos de exterminio de nacionalsocialismo alemán y el neoliberalismo capitalista vigente en el mundo de las últimas décadas.
Dejours señala que en el primer caso (el nazismo) los ejecutantes del mal no buscan la aquiescencia de los dominados si no su ciega obediencia a las órdenes. En cambio el neoliberalismo busca, además del sometimiento físico, el consentimiento de los explotados y expoliados con la amenaza del desempleo, la pobreza, la exclusión social, etc.
Ambos métodos: nazismo y neoliberalismo no son si no rostros del mismo sistema económico, político y social. Un espécimen multifronte que muestra sus rostros según les sea preciso a los ejecutantes de las políticas sociales y económicas y al que le vemos las garras cuando ya se cierne sobre nosotros.
Solidaridad activa para con los pobladores de Andalgalá, que no están dispuestos al sometimiento y el escarnio de los capitales y sus secuaces.
Palos y privilegios
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