Por Silvana Rodríguez
Distante y dolorosa como si hubieras muerto”
P. Neruda.
En estos últimos días, mucho se dijo y dice, respecto a lo acontecido entre el baterista de Callejeros y Wanda Tadei, en relación a la acusación que a él se le hace por “incendiar a su esposa”. Él dice que fue “un accidente”; ella declaró, antes de que la indujeran en el coma farmacológico, que “él quiso matarla”.
Sin embargo y más allá de las diferentes declaraciones y las opiniones que se escuchan de familiares, amigos y vecinos; lo acontecido se enmarca, si se tiene en cuenta lo observado por médicos forenses y la existencia de denuncias por violencia familiar, en lo que denominamos violencia hacia la mujer (o doméstica, o de género).
En relación con ello, no sólo se trasmiten opiniones y diversos juicios de valor sin demasiado fundamento; sino que además, se piden y se destacan opiniones de familiares de las víctimas de la tragedia de Cromañón, vinculando causalmente -así- situaciones que no necesariamente inciden en modo directo.
Es decir, pretender estigmatizar a alguien de “violento” por el enojo que manifestó hacia las personas que pedían que se los sentencie como responsables de dicha tragedia.
Como intentar “explicar” lo acontecido desde el trauma psicológico que implicó para el baterista (como para otras tantas personas) vivenciar lo que fue Cromañón, y más aún, cuando implica la pérdida de seres queridos y cercanos… es actuar, fusionando situaciones que responden a motivos/ factores diferentes, además de basarse en pareceres que lejos están de ser diagnósticos certeros.
De esta manera, no sólo se distorsiona el problema que se constituye en la razón de ser de este hecho, sino que además podría establecerse como una manera más de invisibilizar la violencia hacia la mujer.
Mujeres que no sólo son víctimas de las situaciones de violencia que atravesaron/atraviesan, sino que además, como en este caso, se encuentran en condiciones desfavorables para declarar, opinar, “defenderse”, ya que están “ocupadas” en pelear por su vida.
Situaciones que obligan, además, a rever las políticas que se generan e implementan (en caso de que las hubiere) al respecto, recordamos que intervenir en estas situaciones es algo más complejo que “llevar la estadística” de cuántos casos se atendieron telefónicamente…
Asímismo sería importante rever desde qué concepción de género se está trabajando, más aún si cuando uno accede a la información que brinda, por ejemplo el Gobierno de la Ciudad de Bs. As., se encuentra con datos vinculados únicamente a la función de reproducción y maternidad de la mujer…
Y mientras tanto, las victimas siguen padeciendo, las situaciones se siguen invisibilizando y reproduciendo, y las políticas… se fragmentan en acciones aisladas que ni siquiera llegan a constituirse como paliativos…
Es hora, quizás, de actuar desde diagnósticos certeros y fundamentados teóricamente, con políticas y acciones que defiendan y hagan, concreta y realmente, por los derechos de las mujeres… evidentemente con la conmoción y el lamento no alcanza…
Fuente: http://www.pagina12.com.ar/imprimir/diario/elpais/1-140067-2010-02-11.html