Por Marcos Chinchilla Montes
Trabajador Social
A casi 48 horas del golpe de Estado “democrático y constitucional” impulsado por la oligarquía hondureña, el panorama político nos resulta más claro en América Latina: mientras la derecha se refugia en nefastas prácticas del pasado para mantenerse en el poder y no ceder ni un centímetro sus privilegios, la región ha construido una interesante maquinaria política para defenderse de prácticas que conspiran contra la democracia.
En Costa Rica, a las pocas horas de haber arribado el presidente Zelaya, ya decenas de costarricenses se manifestaban frente a la Embajada de Honduras rechazando el golpe y apoyando al pueblo hondureño. Los pronunciamientos, movilizaciones y otras muestras de rechazo al golpe han sido la tónica dominante desde tempranas horas del domingo e incorporan a sindicalistas, grupos de mujeres, estudiantes, universitarios, agrupaciones políticas y otras organizaciones sociales regadas por todo el continente. Por su parte, los presidentes de los países que conforman el ALBA, el SICA y del Grupo de Río fueron enfáticos en afirmar que solo reconocen como presidente de Honduras a Manuel Zelaya, similar posición expresó la UNASUR. Es más, los gobiernos de Costa Rica, Panamá, Nicaragua, El Salvador, Guatemala, Belice y República Dominicana plantearon aislar política, económica y comercialmente al gobierno de facto hondureño. Europa expresa una posición de rechazo. Un esfuerzo concertado que es un duro golpe para un gobierno espurio y para un ejército que da muestras de perder el control.
Vale la pena resaltar el papel de la Organización de Estados Americanos para atender la crisis hondureña, así como las manifestaciones del gobierno de los Estados Unidos de América; si el golpe hubiera sucedido en la era Bush, no dudamos que lo habría apoyado, aumentando la polarización y posiblemente ya estaríamos lamentando un baño de sangre en el hermano país.
La oligarquía hondureña, los militares y otros sectores afines al golpe, han dado un salto al vacío, las palabras de Fidel Castro no admiten dudas: ha sido un error suicida. Los golpistas fallaron en todos, absolutamente todos sus cálculos políticos, olvidaron que la región ha cambiado, que las águilas ya no están en el poder en el imperio; no es tiempo para golpes de Estado, aunque uno que otro medio centroamericano siga abogando por la polarización social y la deslegitimación de los movimientos sociales. El nuevo gobierno hondureño se encuentra totalmente solo, errático, condenado a una pronta debacle.
Las próximas horas o días van a ser decisivas, el gobierno de facto hondureño será aislado con mayor determinación hasta que caiga definitivamente, y con el una larga lista de militares y conspiradores de la más diversa naturaleza. La vergüenza hondureña, la convertiremos en una hermosa muestra de emancipación social, avanzaremos en la construcción de esa sociedad justa, solidaria e inclusiva que llevamos siglos construyendo, en algunos momentos a fuerza de bala y revoluciones, en otros, por medio de elecciones y negociaciones.
Esta reflexión no puedo terminarla sin antes mencionar que mientras en Honduras hay una censura total a que su pueblo conozca que sucede y cuáles son las movilizaciones de los sectores contrarios al golpe, en el resto de la región y gracias al valioso esfuerzo de TeleSur (medio de comunicación regional), hemos podido conocer de primera mano, y con perspectiva latinoamericana, lo que sucede en este sufrido país. A ello se suma el esfuerzo de centeneras de personas y otros medios alternativos que incluso arriesgando su vida, nos mantienen informados, indignados y con la llama de la esperanza puesta en nuestro sur.