Por Guadalupe Villalobos Monroy
El Maltrato Infantil es un fenómeno social que se ha presentado desde los tiempos más remotos de la humanidad, ha habido sociedades que lo consideran un derecho de los adultos, otros lo han utilizado como un medio educativo o disciplinario, su análisis es necesario porque en las sociedades contemporáneas se está presentando cada vez con más frecuencia, lo hemos institucionalizado, es decir, lo aceptamos como algo natural dentro de nuestras familias, dentro de las escuelas y de la sociedad en general.
El maltrato infantil no es un fenómeno que se presente de manera aislada, tiene repercusiones de salud, legales, familiares y culturales, dependiendo del tipo de maltrato que se trate y del grado o frecuencia con que se presente, es un problema grave que tiene nuestra sociedad, pero que no se está enfrentando con la fuerza que se requiere, debido a diferentes causas.
Este trabajo pretende aportar algunos elementos acerca del tema, es un acercamiento al análisis del mismo, consideramos que puede servir como punto de partida para irnos adentrando en la complejidad que representa.
Concepto de Maltrato Infantil
De acuerdo con algunos autores revisados, encontramos que han conceptualizado al maltrato infantil y sus diferentes modalidades de la siguiente manera:
Corsi (1995), considera que es un “daño físico o psicológico a un niño por parte de sus padres o cuidadores”.
Fontana (1979) menciona que es la “agresión física, verbal, moral u omisión intencional que afecta el desarrollo natural del ser humano, cometido por adultos, abarca desde el nacimiento hasta la pubertad. Tiene relación con aspectos culturales”.
Birrel (citado por Osorio, 1990), lo define como “maltrato físico y/o privación de alimentos, de cuidados y de afecto con circunstancias que implican que esos maltratos y privaciones no resulten accidentales”.
Kempe (1985), se refiere al Síndrome del Niño Maltratado como “el uso de la fuerza física en forma intencional, dirigida a herir, lesionar o destruir a un niño, ejercido por parte de un padre o de otra persona responsable del cuidado del menor”.
En cuanto al niño maltratado, Osorio (1990) lo define como la “persona humana que se encuentra en el período de la vida comprendido entre el nacimiento y el principio de la pubertad, objeto de acciones, omisiones intencionales que provocan lesiones físicas o mentales, muerte o cualquier otro daño personal, provenientes de sujetos que, por cualquier motivo tengan relación con ellos”.
Según Loredo (1994), una definición interesante y compleja del Síndrome del Niño Maltratado, es la que presento Eduardo Primero Rivas en el XXXIII Congreso Nacional de Pediatría en México, en 1992, que señala que el maltrato a los niños es: “una enfermedad social, internacional, presente en todos los sectores y clases sociales; producida por factores multicausales, interactuantes y de diversas intensidades y tiempos que afectan el desarrollo armónico, íntegro y adecuado de un menor, comprometiendo su educación y consecuentemente su desenvolvimiento escolar con disturbios que ponen en riesgo su sociabilización y, por tanto, su conformación personal y posteriormente social y profesional”.
Aunque la definición es bastante clara, conviene precisar algunos aspectos:
a)Aunque en la definición se establece que el fenómeno no es accidental, es necesario enfatizar la intencionalidad del mismo.
b)Se debe aceptar que es un problema social y que por lo tanto comprende, además de los aspectos médicos y demográficos, los sociológicos y políticos de cada región del mundo.
c)Es muy factible que el agresor sea un enfermo y, mientras no se demuestre lo contrario debe recibir la atención profesional que cualquier ser humano merece.
d)Para que ocurra el problema, se requiere la concatenación de tres elementos fundamentales: un niño especial, un agresor y un motivo o detonador.
e)La necesidad de evitar la disrupción del núcleo familiar debe ser un objetivo básico en la atención integral del niño maltratado.
Antecedentes Históricos
Como ya lo expresamos líneas arriba, el maltrato infantil es tan antiguo como la misma humanidad, en la Biblia aparece la historia de Abraham dispuesto a sacrificar con sus propias manos a su hijo primogénito en una ofrenda religiosa. Jefté ordena matar a su hija más querida en agradecimiento por una victoria de guerra. En el nuevo testamento, se relata la orden de Herodes de asesinar a todos los recién nacidos varones de una región, buscando eliminar a un posible rival político (Loredo, 1990).
Otro claro ejemplo es lo que expresaba Aristóteles 400 años A.C.: “Un hijo o un esclavo son propiedad y nada de lo que se hace con la propiedad es injusto”. Este pensamiento ha sido citado por Osorio (1990), quien además ha recopilado datos históricos que nos revelan como se ha venido desarrollando el fenómeno del maltrato infantil, ya que en muchos lugares como Grecia y Roma el padre podía vender o matar a su hijo.
Según Osorio (1990), en el siglo XVII se acostumbraba entre las clases socioeconómicas inferiores, lisiar o deformar a los niños, para causar lastima y posibilitar el ejercicio de la mendicidad de estos, en beneficio de sus padres u otros explotadores.
En 1860 se funda en New York la Society for the Prevention of Cruelty to Children, como consecuencia de que algunas personas con buenas intenciones acudieron en ese entonces a la sociedad protectora de animales a solicitar auxilio para rescatar a la niña Mary Helen de sus padres adoptivos, quienes la tenían sujeta a su cama con cadenas.
En 1946 el pediatra y radiólogo estadounidense J. Caffey publicó una investigación relacionada a seis lactantes y niños pequeños en quienes se apreció un síndrome que presentaba hematoma subdural y fracturas múltiples en los huesos largos, en ocasiones con lesiones epifisarias; el médico concibió la posibilidad de que dichas lesiones tuviesen un origen traumático que, en todo caso, se había ocultado.
En 1953 Silverman determinó la causa traumática en casos similares. En 1955, P. V. Wooley Junior y W. A. Evans, apuntaron que en tales casos el origen era traumático e intelectual.
En 1962 Kempe, Silverman, Steele, Drogemuller y Silver dieron a conocer una cifra elevada de casos de niños que presentaban el síndrome del Niño Maltratado, en el lapso de un año recopilaron 749 casos.
Más recientemente en varios países se han publicado trabajos relativos a este tema. Las principales investigaciones realizadas son en Estados Unidos, Gran Bretaña, Francia, Alemania, Bélgica, África del Sur, Uganda, Colombia y Canadá.
En América Latina, en las últimas décadas este tema ha tenido la atención de la opinión pública, de los medios de comunicación, instituciones gubernamentales y no gubernamentales, alertando sobre la situación de los niños de la calle, el tráfico de ellos, la explotación de menores trabajadores, la drogadicción, la delincuencia, la violencia ejercida social e institucionalmente, el abuso sexual infantil y el maltrato psicológico que reciben al interior de la familia. Así se llega a aceptar que por cada caso detectado, existen otros diez casos que pasan desapercibidos.
Con respecto a los antecedentes de maltrato infantil en nuestro país, encontramos que según Sánchez (1994), los primeros habitantes de México Sacrificaban a los niños, arrancándoles del pecho el corazón para ofrecérselos a los dioses. Como ejemplos se pueden citar los siguientes:
a)Cultura maya: Pintaban jaulas de varios colores para guardar a los niños que debían ser sacrificados. La esclavitud era heredada a los hijos.
b)Cultura Olmeca: La embriaguez era considerada como sagrada y los padres sacrificaban a sus hijos en honor a sus dioses.
c)Cultura tolteca: Se implantó una ley que decía: “Naciendo un niño albino, debería ser sacrificado a los cinco años”; debido a que una vez se encontró a un niño hermoso el cual fue llevado al rey, al que le pareció mala señal y ordenó que lo abandonaran en el mismo lugar donde lo habían encontrado, pudriéndosele la cabeza que ocasionó mal olor y dio lugar a una peste en la que murieron gran parte de los toltecas.
d)Cultura Mazahua: Castigaban a los niños desobedientes, inclinándoles la cabeza sobre el humo que producían los chiles al ser quemados.
En el año de 1971 se celebró un ciclo de conferencias sobre el tema del maltrato físico al niño, en el cual se analizaron aspectos psiquiátricos, médicos, de trabajo social y jurídicos. Como resultado del evento se editó una publicación que contiene trabajos de profesionales de diversas disciplinas que desde su perspectiva abordaron el tema.
El Instituto Nacional de Pediatría es una de las instituciones pioneras en la investigación del Síndrome del Niño Maltratado en nuestro país, Los Doctores. Loredo y Reynés, publicaron los casos que se habían presentado durante catorce años. De todas estas investigaciones se derivó la propuesta de crear una clínica de Maltrato, misma que funciona desde 1984 como anexo del Instituto Nacional de Pediatría y que ha servido de modelo para varios países de América Latina. Es importante mencionar que profesionales del Trabajo Social participaron como elementos integrantes del equipo interdisciplinario que realizó estas investigaciones y que fundó dicha clínica.
Causas del Maltrato Infantil
Las causas del fenómeno del maltrato infantil son variadas, según Osorio (1990), las podemos clasificar en tres tipos:
Factores individuales.- En muchas ocasiones los agresores, tuvieron ascendientes que los maltrataron, lo cual dio como resultado que crecieran con lesiones físicas y emocionales que les produjeron la creencia de que no eran “buenos”, provocando sentimientos de rechazo y subestimación de si mismos, su frustración casi siempre deriva en castigo hacia sus hijos. En algunos casos, las madres piensan que sus hijos son los causantes de su obesidad, caderas deformadas, entre otras cosas, y desarrollan agresividad contra el supuesto culpable.
La incapacidad para comprender y educar al niño es un factor determinante, algunas madres no están preparadas ni emocional ni prácticamente para el cuidado del niño, y en algunos casos el maltrato se produce bajo el influjo de alguna droga lícita o ilícita.
Cuando se cuestiona a los agresores acerca de su conducta, con frecuencia argumentan que castigan a sus hijos por su propio bien, es decir, conciben al maltrato como una medida disciplinaria para impartir una buena educación a sus hijos.
Factores Familiares.- La mayoría de las familias que sufren desorganización, en donde hay desavenencia conyugal, penuria económica, conductas antisociales, enfermedades, ausencia de cuidados, alimentación deficiente, desempleo o subempleo, embarazos no deseados, problemas escolares, entre otros, representan un campo propicio para que se manifieste el maltrato infantil, sin embargo, hay familias en las que se cuenta con los elementos necesarios, el niño ha sido deseado y, no obstante, es maltratado, esto puede deberse a que la familia es partidaria de una educación severa.
También se consideran factores familiares cuando los niños provienen de uniones extramaritales, cuando son adoptados o incorporados a la familia en situaciones problemáticas o cuando son producto de uniones anteriores.
Factores Sociales.- El maltrato infantil se presenta en todas las clases sociales y niveles socioeconómicos, sin embargo, su frecuencia es mayor en las clases inferiores, pero hay que tener cuidado, porque los agresores de estratos superiores tienen más posibilidades de ocultar o disfrazar el maltrato, es importante señalar que existe una relación del castigo físico con la educación, lo cual, lamentablemente es aceptado por la sociedad actual.
Otro factor social lo constituye la falta de sensibilidad de la colectividad con respecto a este fenómeno, la indiferencia con la que muchas personas lo observan y la ausencia de reacciones adecuadas, provocan que tales conductas se presenten sin que haya una respuesta social contundente de estos actos u omisiones.
Tipos de maltrato
Según Corsi (1997), existen seis tipos de maltrato, que son agrupados en las siguientes categorías:
Formas activas: Abuso físico – Abuso emocional – Abuso sexual
Formas pasivas: Abandono físico – Abandono emocional
Niños testigos de violencia
1.Abuso Físico.- Cualquier acción no accidental, por parte de los padres o cuidadores que provoquen daño físico o enfermedad del niño; la intensidad del daño puede variar desde una contusión leve hasta una lesión mortal.
2.Abuso Sexual.- Cualquier clase de contacto sexual con un niño por parte de un familiar, tutor adulto, con el objeto de obtener la excitación y/o gratificación sexual del adulto. La intensidad del abuso puede variar desde la exhibición sexual hasta la violación.
3.Abuso Emocional.- Se presenta bajo la forma de hostilidad verbal crónica (insultos, burlas, desprecios, críticas o amenazas de abandono) y constante bloqueo de las iniciativas infantiles (que puede llegar hasta el encierro o confinamiento) por parte de cualquier miembro adulto del grupo familiar.
4.Abandono Físico.- Es un maltrato pasivo, ocurre cuando las necesidades físicas (alimentación, abrigo, higiene, protección y vigilancia de las situaciones potencialmente peligrosas, cuidados médicos) no son atendidas temporaria o permanentemente por ningún miembro que convive con el niño.
5.Abandono Emocional.- Es la falta de respuesta a las necesidades de contacto afectivo del niño, ausencia de contacto corporal, caricias, etc. E indiferencia frente a los estados anímicos del niño.
6.Niños testigos de violencia.- Cuando los niños presencian situaciones crónicas de violencia entre sus padres. Los estudios comparativos muestran que estos niños presentan trastornos muy similares a los que caracterizan a quienes son víctimas de abuso.
Por otra parte, Mercado y Mendoza (1992), mencionan que el Síndrome del Niño Maltratado presenta diferentes variantes que se han clasificado en:
Maltrato Físico.- Esta variable es la que presenta mayor frecuencia y se puede definir como el traumatismo no accidental, infringido por la persona responsable del niño, en la mayoría de los casos el mecanismo común del daño físico son los golpes y en segundo las quemaduras.
Deprivación Social.- Son diversos agentes los que influyen en este tipo de maltrato, siendo la ignorancia, indiferencia, falta de atención en su educación, higiene y alimentación, condicionando esto último a una desnutrición importante y retraso en su desarrollo.
Abuso Sexual.- Este tipo de variante representa el maltrato que con más dificultad se diagnóstica. Considerando las características y prejuicios que influyen en la familia y sociedad. Esto puede ser: manipulación de genitales, Violación e Incesto, generalmente este tipo de abuso es producido por el padre, padrastro o personas allegadas a la familia. No es exclusivo de un solo sexo.
Es probable que estos menores tendrán serias repercusiones sexuales en su vida como: impotencia, frigidez, homosexualismo, etc.; pero sobre todo inestabilidad y temor a establecer una relación afectiva.
Abuso Emocional.- Es conocido que el maltrato emocional se da desde el nacimiento, cuando los padres no les propician caricias a los hijos, llegando estos a dejar de llorar y se vuelven apáticos.
En la generalidad son hijos de padres inconstantes y contradictorios que producen confusión en el niño lo que lo lleva a tener una autoestima deficiente, generándole conflictos en su vida futura en cuanto a su actuación.
Loredo (1994), ha clasificado las funciones de maltrato al menor de la siguiente manera:
Agresión física.- Lesiones por golpes, quemaduras.
Abuso sexual.- Violación, incesto, Manipulación de Genitales, Fomento a la prostitución.
Deprivación Emocional.
Formas poco Comunes.- Síndrome de Munchausen, Abuso Fetal, Abuso Infantil de tipo ritual o religioso, Niños de la Guerra, Niños de la Calle, Niños en la Calle.
Tomando en cuenta los aportes de cada uno de los autores, nos podemos dar cuenta que son más las similitudes que las diferencias, Corsi, Mercado, Mendoza, así como Abdalá coinciden en la tipología de maltrato físico, sexual y emocional, solo que Corsi incluye a los niños testigos de violencia y Loredo menciona el Síndrome de Munchausen, abuso fetal, abuso infantil de tipo ritual y religioso, niños de la guerra y niños en situación de calle.
Características del agresor y de la victima.
Los agresores, con frecuencia son los mismos padres, tutores o personas que cuidan al menor, los cuales presentan, según Osorio (1990), las siguientes características.
Inteligencia poco desarrollada, conducta delictiva, prostitución, falta de adaptación social, inmadurez emocional, impulsividad, falta de dignidad, de metas positivas, problemas conyugales y familiares, aislamiento, soledad, y fuertes sentimientos de impotencia y frustración. En algunas ocasiones se perciben como perezosos, descuidados y desaliñados. Cuando la madre es la agresora, es porque también es victima de maltrato por parte del varón, lo cual le provoca sentimientos de frustración y al no poder desquitarse con él, lo hace con sus hijos que son indefensos. No hay que olvidar que también existen agresores con buena preparación, sin problemas económicos pero que maltratan a sus hijos, tal vez, porque tuvieron una infancia infeliz o porque piensan que la educación debe ser estricta.
Con respecto a la victima de maltrato, por lo general se trata de niños menores de tres años y a veces menores de un año, la mayoría de ellos presentan un aspecto triste, de indiferencia, temeroso o asustadizo y descuidado; es notorio su mal estado general. Algunos manifiestan trastornos de conducta como enuresis, debilidad mental, encefalopatías y anemias agudas. La proximidad de un adulto causa terror al niño, en especial cuando son hospitalizados.
Marco jurídico
El marco jurídico que protege a los menores, es muy amplio si partimos desde la Declaración Universal de los Derechos del Hombre, aprobada en 1948 por la ONU, que señala los derechos fundamentales de todo ser humano: derecho a la vida, a la integridad física y mental, a la educación, al respeto; así como los derechos de libertad: De pensamiento, religión, expresión, reunión, asociación y prohibición de la esclavitud. También contempla una serie de derechos sociales: a la seguridad social, al trabajo y a la salud, entre otros.
Otro pilar importante de protección a la infancia, son los derechos de los niños, que se derivaron de la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas en 1989, en donde se aprobó la Convención de los Derechos del Niño, que exige que todas las medidas adoptadas por un Estado en relación con los niños, deben tener como consideración fundamental favorecer los intereses del menor. La convención proporciona a los niños los mismos derechos fundamentales y libertades públicas que tienen los adultos en la mayoría de los países, exige una protección para los niños contra toda clase de maltrato y pide para éstos un nivel de vida adecuado, una buena formación, asistencia sanitaria e incluso diversión. La Convención no es directamente ejecutoria, pero los gobiernos que la firman y ratifican deben presentar informes sobre el progreso efectuado en el cumplimiento de tales objetivos a un comité de la ONU dedicado a velar por los derechos del menor.
Además, contamos con otra instancia más reciente, la Comisión Nacional de los Derechos Humanos, que también se preocupa por la defensa de los menores maltratados por sus familias, en sus escuelas o centros de trabajo.
De todas estas instancias generales se derivan una serie de leyes, reglamentos y ordenamientos a favor de la infancia. Por ejemplo, se cuenta con una Procuraduría de la Defensa del Menor en todas las entidades del país, con clínicas de Maltrato para atender a los menores que han sido victimas y a los agresores y sus familias. También contamos con los códigos penales de cada entidad en donde se considera al maltrato un delito, para el cual se imponen penas según las circunstancias en que éste se dé y según la gravedad de las lesiones.
Es importante señalar que según Casamadrid (1994), existe tanto en la Constitución como en la legislación civil y la inherente al Derecho del Trabajo un catalogo de normas que se han clasificado en tres grupos:
1.Las que regulan las relaciones familiares y civiles de los menores, es decir, las inherentes a filiación, parentesco, alimentos, patria potestad, tutela, etcétera (estas se encuentran en los distintos códigos civiles).
2.Las que regulan las relaciones laborales de los menores, particularmente prohibiendo su contratación en jornadas y actividades inadecuadas y que establecen reglas respecto de su capacidad de contratación (estas se hallan en la Constitución y en la Ley Federal del Trabajo)
3.Las que indican el apoyo a cargo de las instituciones públicas, en particular a través de actividades de asistencia social (Ley General de Salud y Legislación sobre Asistencia Social).
Con respecto a la Ley General de Salud, en su artículo 24 clasifica los servicios de salud en tres tipos: a) de atención médica, b) de salud pública y c) de asistencia social. Por su parte, el artículo 25 señala que los integrantes del Sistema Nacional de Salud habrán de extender cualitativa y cuantitativamente los servicios de salud, en especial en beneficio de los grupos vulnerables.
Se entiende como grupo vulnerable el de los menores victimas de abandono, desamparo y maltrato, particularmente cuando se trate de sujetos pasivos de un delito.
Los servicios básicos a favor de los menores son: Vacunación obligatoria y gratuita, atención médica en general, alimentación complementaria, atención integral en establecimientos especializados, ejercicio de la tutela en los casos en que corresponda al Estado y servicios de asistencia jurídica.
Dentro de esta ley, son dos los artículos sobre los que descansa la protección al menor:
Articulo 170, a la letra dice: “Los menores en estado de desprotección social tienen derecho a recibir los servicios asistenciales que necesiten en cualquier establecimiento público al que sean remitidos para su atención, sin perjuicio de la intervención que corresponda a otras autoridades competentes”
La negativa para atender a un menor dará lugar a la comisión de diversos delitos, entre los que destacan el de abandono de personas y ejercicio indebido de servicio público sancionados por los artículos 335 y 274 del Código Penal, respectivamente.
Artículo 171, que incluso orienta la actividad jurídica de las instituciones públicas, establece: “Los integrantes del Sistema Nacional de Salud deberán dar atención preferente e inmediata a menores y ancianos sometidos a cualquier forma de maltrato que ponga en peligro su salud física y mental…”
De lo anterior se desprende que además de cumplir con sus obligaciones expresas, las instituciones tienen las siguientes facultades:
1.La facultad de ordenar la práctica de atención médica y de asistencia social ante la falta de padre o tutor.
2.La facultad de no entregar a un menor por causa fundada, ante el riesgo de que exista en el núcleo familiar alguna persona con evidente intención delictuosa en perjuicio de la salud o la vida del paciente de que se trate.
3.La facultad de iniciar ante el Ministerio Público los tramites necesarios para el ejercicio de una acción penal en contra de los responsables de maltratos a menores.
4.La facultad de iniciar ante juzgados de lo familiar los trámites necesarios para la pérdida o concesión de custodia, tutela o patria potestad.
Es importante señalar que fue un acierto el cambio que sufrió el articulo 294 del Código Penal del Distrito Federal, que establecía la posibilidad de que los padres o tutores, en ejercicio del derecho de corrección, hicieran uso de la violencia física, es decir, a la luz de este precepto legal se podía inferir lesiones a hijos o pupilos, siempre y cuando estas fueran leves.
El mencionado artículo fue reformado en 1984 y quedó redactado de la siguiente manera: “Al que ejerciendo la patria potestad o la tutela infiera lesiones a los menores o pupilos bajo su guarda, el juez podrá imponerle, además de la pena correspondiente a las lesiones, suspensión o privación en el ejercicio de aquellos derechos”.
Por otra parte, en 1992, se expidió el decreto en el que se reformó el artículo 102 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, estableciéndose que “EL Congreso de la Unión y los legislativos de los estados en el ámbito de sus respectivas competencias, establecerán organismos de protección a los derechos humanos que otorga el orden jurídico mexicano, los que conocerán de quejas en contra de actos u omisiones de naturaleza administrativa provenientes de cualquier autoridad o servidor público con excepción de los del Poder Judicial de la Federación que violen estos derechos…”
Intervención del Trabajador Social
Conducta Profesional
En los casos de maltrato infantil, es recomendable que todos los profesionales del equipo multidisciplinario asuman una actitud positiva ante las diferentes situaciones que enfrentan, no hay que olvidar que los padres que maltratan a sus hijos, son personas con graves conflictos emocionales, o bien con diversas patologías. La actitud del profesional debe ser objetiva, imparcial, de aceptación y respeto hacia la persona entrevistada y/o probable agresor, el profesional del equipo de salud, nunca debe juzgar ni culpar, porque el castigo al maltrato no es de su competencia.
Toda información debe manejarse con suma discreción y los comentarios acerca del caso, solo deben hacerse en las reuniones con los profesionistas involucrados, evitando interpretaciones negativas, el etiquetar a las personas y la existencia de conflictos con los familiares que se sienten vigilados, acechados y/o rechazados por el personal.
Con respecto a Trabajo Social, consideramos que es el profesional que puede aportar información a los demás integrantes del equipo de salud, para entre todos, plantear las alternativas de tratamiento integral más adecuado a cada caso.
Procedimiento para el tratamiento de estos casos por parte del personal de Trabajo Social.
1.Cuando el médico pediatra en la consulta a través de su auscultación y de la información que le proporciona el responsable del menor, sospecha que presenta Síndrome del Niño Maltratado, es enviado a Trabajo Social para que a través de la entrevista y sus técnicas, se descarte o confirme el maltrato.
Esto es una gran responsabilidad para el personal de Trabajo Social y en ocasiones es muy difícil determinarlo, sin embargo, la experiencia ha ido mostrando indicadores que les sirven para descubrir el problema que se está presentando. El trabajador social es quien descarta o confirma el diagnóstico mediante entrevistas y visitas domiciliarias e institucionales en su caso, usando su criterio profesional.
2.Una vez confirmado el maltrato y la variante de este, se reúne el equipo multidisciplinario para discutir el caso y plantear las acciones a realizar. Trabajo Social en primera instancia, entrevista a la persona que presenta al paciente. Si son varias personas las que acompañan al menor, se entrevistan por separado y después en conjunto. Muchas veces esto es la clave para conocer la realidad; posteriormente, si se trata de un niño preescolar o mayor, entrevista al niño.
Inmediatamente después elabora la historia social profunda del caso, mediante el análisis y la reflexión plantea su diagnóstico y pronóstico sociales y establece su plan de acción.
Al realizar las entrevistas para la elaboración del estudio social se hace énfasis en la historia personal de cada uno de los padres, en la cual siempre se encuentra que la infancia de uno de ellos o de ambos presentó graves dificultades, por lo general son personas que fueron rechazados, agredidos, en ocasiones victimas de algún tipo de abuso sexual, lo que condiciona su personalidad y los hace vulnerables para convertirse en agresores de sus hijos.
Estos padres requieren de mucho apoyo y de un tratamiento psicoterapéutico para superar sus problemas. Trabajo Social los sensibiliza para que lo sigan y no deserten.
Se profundiza en la dinámica familiar y la historia de la pareja, así como en conocer el momento en que fue concebido el menor, de acuerdo al ciclo vital de la familia, ya que los niños maltratados, frecuentemente están dentro de una familia inadecuadamente constituida. Es necesario también conocer el manejo de la autoridad y las reglas que rigen el funcionamiento familiar.
3. Establece contacto continuo con los familiares u otras personas interesadas en el niño para información y orientación de las acciones que se llevan a cabo. Las fuentes colaterales como vecinos, familiares y el centro escolar son de mucha utilidad. La visita domiciliaria es imprescindible, ya que permite conocer el medio donde se desenvuelve la familia y tener comunicación con terceras personas que se percatan del cuidado que se le proporciona al menor.
4. Realiza el enlace de los familiares con el médico tratante para información de la evolución del menor y con el abogado, cuando el caso lo requiere. El entablar también la relación directa con el paciente es de suma importancia, es necesario decirles la verdad respecto a su futuro y no reforzar la desconfianza hacia los adultos.
Dentro de los aspectos individuales del paciente, es necesario conocer las privaciones o estímulos proporcionados, la relación entre los hermanos, el temperamento del menor; es útil pedirles a los padres que describan la conducta del paciente.
5. Entabla comunicación con otras instituciones en los casos que lo ameriten.
6. Cuando el paciente egresa, lo integra a seguimiento de pacientes con el fin de lograr la reubicación del menor a su familia y su rehabilitación integral, cuidando que no se reincida en la agresión.
7. Presenta los aspectos sociales del caso y plantea las alternativas de solución a las invalidantes encontradas, hace la denuncia de hechos cuando se levanta acta.
Es importante aclarar que el tratamiento social de los casos, es de acuerdo a las características de cada caso; utiliza técnicas determinadas con el fin de confrontar a los responsables con el problema.
Cuando el abuso es controlable, se enfoca a crear una mayor autoconciencia con respecto a sus propios sentimientos y su forma de expresarlos. En los casos graves de maltrato incontrolable, es necesario llevar a cabo la separación del menor, a lo que se le conoce como parentectomía, apoyándolo institucionalmente en forma temporal o permanente.
En ocasiones el Ministerio Público decide dejar al menor bajo la representación social, cuando esto sucede, Los albergues Temporales del DIF o de la Procuraduría General de Justicia, externan al menor, el cual permanece en dicho albergue hasta que se le ubique en la institución más adecuada.
Para proporcionar el tratamiento integral que requieren este tipo de niños, se hace necesaria la integración del equipo multidisciplinario para la toma de decisiones, resulta muy útil la retroalimentación que se produce entre los profesionales para llegar a la mejor solución del caso
Algunas técnicas empleadas por el personal Trabajo Social para el manejo de los familiares de los niños.
Saber escuchar:
Una de las cualidades que todo Trabajador Social debe fomentar es el saber escuchar, dentro del manejo de la entrevista, sin que existan interrupciones, barreras, etc., cuidando el lenguaje no verbal, como gesticulaciones o posiciones que impidan que el entrevistado siga hablando.
Catarsis:
Se refiere al manejo de sentimientos, tratando de que el familiar se sienta con la confianza necesaria para expresarse con llanto, con actitudes de desesperación, etc. Dándoles la oportunidad a los padres de explayarse para que descarguen sus sentimientos y angustias que han reprimido por la situación dada.
Manejo de Silencios:
Para las personas con dificultad para expresar verbalmente sus emociones, se utiliza esta técnica; para la cual se necesita paciencia, tranquilidad y capacidad de observación.
Clarificación:
Durante la entrevista, es recomendable decir con palabras sentimientos expresados que estén confusos y/o mencionar con otras palabras lo que se está describiendo para saber si se entendió lo que se quiso relatar, o bien puntualizar algunos aspectos.
Recapitulación:
Hacer un alto dentro de la entrevista, para resumir lo hablado hasta ese momento y poder continuar o bien, profundizar en algún punto.
Confrontación de datos:
Esta se refiere al manejo de las entrevistas: a) individual, b) de pareja, c) de familiares, d) De fuentes colaterales (padrinos, vecinos, maestros, etc.); con el fin de comparar la información, observar la relación de pareja y las actitudes de los familiares.
Establecimiento de limites:
El trabajador social debe saber combinar la actitud de comprensión, pero no de condescendencia, marcando en el momento preciso límites de manera enérgica y determinante.
Reflexión:
Durante el manejo, existen algunas entrevistas de reflexión acerca de su conducta y sus motivaciones, para que el mismo encuentre las causas de la situación que se esté provocando y pueda dar alternativas para salir adelante.
Otorgar carta compromiso:
Como una herramienta, se extiende cuando el familiar del paciente se compromete a realizar ciertas acciones importantes para la completa rehabilitación del niño y de la propia familia; en ella se especifican las acciones y el periodo en el que han de realizarse, la firma de la trabajadora social, el médico, el abogado (en su caso), el familiar y dos testigos.
Supervisión Individual:
Es necesario resaltar que los trabajadores sociales que manejan este tipo de casos, tienen un desgaste emocional muy importante. Sería conveniente tener acceso a psicoterapia, sin embargo, no existe esta posibilidad en la mayoría de las instituciones. Por lo tanto, es necesario que en supervisión individual se comenten los pormenores del caso, para desahogar la carga emocional y la saturación de datos, lo que nos permite mantener la objetividad y evitar el riesgo de perderse en la información. Asimismo, dentro de este tipo de supervisión se analizan las invalidantes y se dan las pautas para el manejo social.
Hay que recordar que este tipo de casos deben ser manejados por un solo trabajador social, para evitar contradicciones y confusión en la familia, resaltando el respeto que se merece por la información confidencial que ya confió a una persona. Es perjudicial entrevistar más de una vez acerca de los mismos aspectos, debido a que los padres tienen sentimientos encontrados, cambios de actitud, etc., por lo que es fácil que omitan datos, que cambien la versión, que caigan en contradicciones, provocadas por el hostigamiento de diversos profesionales.
Esto mismo puede suceder cuando se entrevista varias veces al menor, porque además de que los niños manejan la fantasía, pueden cambiar la información aconsejados por los adultos.
CONCLUSIONES
1.El fenómeno del maltrato infantil es un tema que debe ser conocido por todo trabajador social, en el entendido que en nuestro país se está presentando con mayor frecuencia.
2.Todas las instituciones públicas que atienden menores en situaciones de maltrato, deben contar con departamento de Trabajo Social.
3.Los trabajadores sociales que manejen este tipo de casos deben, de preferencia, someterse a psicoterapia, o por lo menos deben de contar con supervisión individual.
4.Todos los casos de maltrato infantil deben ser abordados desde una perspectiva integral, a partir de equipos multidisciplinarios.
5.Es importante que estos casos sean manejados por un solo trabajador social, el cual tratará de ser objetivo e imparcial.
6.En los casos que lo ameriten, la acción del trabajador social debe ser enérgica y determinante.
7.El trabajador social debe conocer su responsabilidad legal frente a la atención de menores con Síndrome de Niño Maltratado, el no atenderlos adecuadamente, puede derivar en la comisión de un delito
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Sánchez, Octavio. “Los sacrificios humanos”. Mimeografiado s/f.
Guadalupe Villalobos Monroy: Profesora investigadora en la Facultad de Ciencias de la Conducta de la Universidad Autónoma del Estado de México
Muy bueno el estudio, es importante seguir explorando y fundar mas en base a la evidencia observada y sobre todo lo mas importante, actuar sobre los factores etiológicos del maltrato infantil para prevenir esta lacra social que afecta al grupo poblacional mas vulnerable como los niños.