Encuentro plurinacional de mujeres, lesbianas, trans, travestis, bisexuales, intersex y no binaries.
Por Agustina Albornoz, Clara Aogeda y Valeria Soledad Maldonado *
El “Encuentro Nacional de Mujeres” en Argentina ha sido un espacio fundamental para la reflexión y el activismo feminista desde su inicio en 1986. Estos encuentros surgieron a partir de la participación de mujeres argentinas en la clausura de la Década de la Mujer en Kenia, y desde entonces han transmutado para convertirse en un foro clave para debatir y abordar las problemáticas de género(s) en el país. Cada año, se celebran en diferentes localidades, destacándose por su carácter autogestivo y autoconvocado, donde las decisiones se toman por consenso, reflejando las diversas posiciones y experiencias de sus participantes.
A lo largo de los años, los Encuentros han puesto de manifiesto tensiones dentro del feminismo, especialmente en torno a quiénes son reconocidas como sujetes legítimas del movimiento. Las demandas de inclusión por parte de mujeres trans, travestis, indígenas, afrodescendientes y otros grupos históricamente marginados han desafiado las estructuras tradicionales del feminismo en Argentina. Estos colectivos han enfatizado la necesidad de visibilizar las opresiones que enfrentan, promoviendo debates sobre la interseccionalidad y la urgencia de un feminismo inclusivo que represente todas las voces y experiencias.
Este escrito pretende revisar las argumentaciones, discusiones y desafíos que han conducido al cambio de nombre del evento a “Encuentro Plurinacional de Mujeres, Lesbianas, Trans, Travestis, Bisexuales, Intersex y No Binaries”. Para ello, en primer lugar, se explora la naturaleza de los Encuentros, destacando su importancia organizativa y política. En segundo lugar, se aborda la participación de colectivos originarios y disidentes, analizando su impacto y visibilización en estos espacios. En tercer lugar, se exponen las tensiones y disputas internas que han surgido, así como las resistencias enfrentadas. Finalmente, se presentan algunas reflexiones y aprendizajes que surgen de estos procesos, destacando el papel transformador de los Encuentros en la construcción de un movimiento feminista más diverso y plural.
Los Encuentros
Estos espacios de reflexión surgen en 1986 en Argentina, a partir de la participación de un grupo de mujeres, el año anterior, en la Clausura de la Década de la Mujer en Kenia, África. Las discusiones planteadas en este evento originaron la necesidad de generar debates colectivos, donde tratar las problemáticas de género que se vivenciaban en el país. Desde esa fecha, con sede en Ciudad Autónoma de Buenos Aires, los encuentros han sido sostenidos año a año, realizándose en diversos puntos del mapa. Tienen la característica de ser autoconvocados, autogestivos y con decisiones tomadas por consenso que son plasmadas en las conclusiones de los talleres, reflejando todas las posiciones que afloran a lo largo del intercambio.
La importancia de los Encuentros, enmarcados en los feminismos, radica en la capacidad organizativa que van dejando a su paso, generando lazos en todo el territorio a partir de la unión de sujetes con demandas comunes. Asimismo, desde estos espacios se han articulado las estrategias de lucha para poner en agenda pública los reclamos del movimiento y lograr que se conviertan en leyes y políticas públicas. La disputa por los contenidos políticos de la agenda feminista genera tensiones en su interior, rompiendo con la idea de homogeneidad que niega los pensamientos y prácticas de dominación que oprimen a les compañeres por su identidad de género, orientación sexual, identidad étnica-racial y pertenencia originaria, detentada por de sujetas que se autoproclaman feministas.
Participación originaria y disidente en los Encuentros
Como afirma Viveros Vigoya (2016), el debate sobre les sujetes del feminismo en América Latina tiene sus comienzos en 1980, cuando mujeres de color y lesbianas cuestionaron que aquella sujeta sea la mujer blanca. Las feministas disidentes consideraban que este movimiento desconocía el racismo y el heterosexismo del que eran víctimas. De igual modo, a partir de la década del 90, mujeres indígenas y afrodescendientes señalaron la necesidad de articular las relaciones de género y las relaciones de raza y colonialidad, sumando sus críticas al feminismo urbano y blanco mestizo hegemónico.
En este marco, lo acontecido en los “Encuentros Nacionales de Mujeres” refleja las luchas al interior del feminismo que tenían lugar en el continente. Así, si bien las mujeres indígenas se encontraban participando de los Encuentros desde su comienzo, la visibilización de este colectivo tomó fuerza a partir de 1992. Ese año, en Neuquén, se realizó la primera marcha de cierre del evento que tuvo como principal consigna el reconocimiento del genocidio de los pueblos originarios. Un año antes, las lesbianas lograban que se incluya entre los talleres oficiales el de “Lesbianismo”. Su lucha venía gestándose en las plazas y las calles, donde expresaban su descontento con la negación de sujetas políticas centrales del feminismo.
Aún más hostiles fueron las resistencias que debieron enfrentar las mujeres trans y travestis para poder participar del Encuentro. Las dificultades se presentaron, incluso, hacia el interior del movimiento de la disidencia sexual y de género, donde les compañeres tuvieron que hacer un arduo trabajo de sensibilización, lo que configuró una identidad marcada por su historia de lucha por la inclusión.
La primera travesti en participar del Encuentro fue Lohana Berkins en el año 2003. La posibilidad de su intervención generó tanta polémica que la decisión debió ser tomada en una asamblea, donde los argumentos en su contra expresaban que, “en tanto tenía pene, era capaz de violar”. A pesar de las resistencias, finalmente, Lohana formó parte del Encuentro, militando por el aborto legal, seguro y gratuito, ya que entendía que no hacía falta ser una mujer cis para hablar de interrupción voluntaria del embarazo. Luego de su muerte, en 2016, y del travesticidio de Diana Sacayán, en la víspera del 30° “Encuentro Nacional de Mujeres”, y al calor de la lucha de sus compañeres, en 2018 con sede en Trelew, se incluyó por primera vez la marcha contra los travesticidios y transfemicidios en la agenda oficial.
Tensiones y disputas
Les sujetes agrupades bajo la consigna “#SomosPlurinacional” reconocen que los Encuentros no son un lugar sin tensiones y se resisten a habitar un feminismo que no dé cuenta de las diferencias y, por ende, los conflictos. Ante estas tensiones, resulta necesario reconocer los límites tortuosos que imponen los actos excluyentes y las actitudes expulsoras y, a partir de ello, generar resistencia a la discriminación y a la humillación. Ésta debe conformarse en términos de interseccionalidad, en palabras de Butler (2005) “parece esencial oponer resistencia al modelo de poder que tiende a establecer relaciones paralelas o analógicas entre el racismo, la homofobia y la misoginia”.
Para las plurinacionales y disidentes, el debate sororo, en tanto “política del reconocimiento” en términos de Fraser (2012) que nos lleva al aprendizaje colectivo, es el medio por el cual construir le sujete del feminismo. En relación a esto, bell hooks (2017) expresa que la sororidad es poderosa siempre que reconozca las formas en que las mujeres, mediante la clase, la raza o la orientación sexual, dominan y explotan a otras mujeres e identidades disidentes. De este modo, con el rechazo del cambio de nombre, la sororidad no está saldada entre el feminismo blanco urbano y la comunidad trans/travesti, les originaries y afrodescendientes.
La lucha por el reconocimiento, en ambos colectivos, estuvo atravesada por el concepto de interseccionalidad, en tanto “perspectiva teórica y metodológica que busca dar cuenta de la percepción cruzada o imbricada de las relaciones de poder” (Viveros Vigoya, 2016: 2). En este sentido, les sujetes comprenden que la construcción de un feminismo homogéneo borra las diferencias y, de ese modo, desconoce las desigualdades existentes al interior del género.
En relación a los pueblos originarios, la materialización de esta interseccionalidad se vio reflejada en los resultados de la encuesta del 2do Parlamento de Mujeres Indígenas por el Buen Vivir (2019). Ésta demostró que ocho de cada diez mujeres indígenas sufren violaciones, abusos y violencia física, siete de cada diez son víctimas de policías y fuerzas de seguridad, siete de cada ocho no pueden acceder a la justicia y cinco de cada ocho de las violadas y asesinadas son ancianas. En la mayoría de los casos, sus victimarios fueron autoridades espirituales. Es en este contexto que las mujeres y disidencias indígenas conciben fundamental que se les nombre, porque los reclamos del feminismo hegemónico no dan cuenta de las violencias vividas por elles.
“Lo que no se nombra no existe” expresan les compañeres originaries y disidentes, entendiendo que en la resistencia por el cambio de nombre opera un poder colonizador que tiende a invisibilizarlas. Como afirma Talpade Mohanty (2008), “la colonización en casi todos los casos implica una relación de dominación estructural y una supresión, muchas veces violenta, de la heterogeneidad del sujeto o sujetos en cuestión”.
En contraposición con estas posturas, la comisión organizadora estuvo encabezada por el Partido Comunista Revolucionario (PCR), que se constituyó como fuerza política partidaria que más ha sostenido los Encuentros. Al ostentar este poder, fueron quienes se encargaron de la web oficial, la organización de los 87 talleres y la decisión de quién podía subir al escenario en el acto de cierre. Así, fueron las responsables de la exclusión de les compañeres que demandan el cambio de nombre y de la eliminación de los talleres vinculados a la diversidad étnico-racial y el colectivo LGBTTTIQNB+.
En su comunicado manifestaron que “limitar el sujeto (la sujeto) en este caso, es de vital importancia.” No conciben un movimiento feminista por fuera de la categoría “Mujer”, exponiendo que, si bien las identidades disidentes son “abrazadas” por el feminismo, tienen su propia organización y lucha. En este sentido, expresan que “no es correcto que las mujeres terminemos diluidas en el cambio de nombre y perdamos la hegemonía de este Encuentro que supimos construir y masificar desde hace 34 años.” Ante los planteos de opresión interseccional perpetuada por mujeres cis-género sobre de lxs disidentes, argumentan que “en Argentina es asesinada una mujer cada 27 horas, somos las más pobres entre los pobres, somos las más precarizadas laboralmente, somos las que nos morimos por abortos clandestinos, y otras tantas expresiones de la doble opresión ejercidas sobre nosotras.” Con este razonamiento, las integrantes del PCR niegan que “igual que el género, la sexualidad es política. Está organizada en sistemas de poder que alientan y recompensan a algunos individuos y actividades, mientras que castigan y suprimen a otros y a otras” (Rubin, 1989: 56).
La postura biologicista que sustenta sus discursos y prácticas se enmarca en un contexto en que las feministas radicales, agrupadas en RadFem, han tomado fuerza. Este grupo expresa su negativa a que las travas formen parte del feminismo, principalmente, a través de las redes sociales, pero también por medio de la violencia física y verbal. Así pudimos observarlo en La Plata, por medio de las agresiones que ejercieron sobre las trans que intentaban subir al escenario en el acto de cierre, a quienes se dirigieron con pronombres masculinos, golpearon, mordieron y empujaron. Esta opresión se inscribe en sus cuerpas disidentes, de modo que “el sujeto se constituye a través de la fuerza de la exclusión y la abyección, una fuerza que produce un exterior constitutivo del sujeto, un exterior abyecto que, después de todo, es “interior” al sujeto como su propio repudio fundacional” (Butler, 2005: 20).
Frente a la demanda de plurinacionalidad del Encuentro, las integrantes de la comisión organizadora, expresaron en su comunicado que quienes reclamaban “utilizan la opresión, el abandono, la desprotección, y las injusticias que padecieron y padecen los pueblos originarios para avanzar en ideas de contenido antinacional y segregacionista funcional a los intereses de las potencias imperialistas”. Siguiendo a Segato (2010), se comprende que este feminismo afirma que “el problema de la dominación patriarcal es universal, justificando, bajo esta bandera de unidad, la posibilidad de transmitir los avances de la modernidad en el campo de los derechos a las mujeres no-blancas, indígenas y negras, de los continentes colonizados”.
Durante el 2020 y el 2021, los encuentros se vieron interrumpidos por la Pandemia de COVID-19. En 2022, en la Provincia de San Luis, nos reencontramos en el 35° Encuentro Plurinacional de Mujeres, Lesbianas, Trans, Travestis, Intersexuales, Bisexuales y No Binaries. En este evento, se demandaron redefiniciones a través de debates, charlas, talleres y festivales, con muchas preguntas y algunas respuestas, destacando la diversidad: mujeres, lesbianas, trans, travestis, bisexuales, no binaries, indígenas, afrodescendientes, campesinas, migrantes, mestizas, jóvenes y personas mayores. En paralelo, se realizó un segundo encuentro denominado Encuentro Nacional de Mujeres.
En 2023, los eventos se unificaron bajo el nombre que reconoce a todas sus participantes. Con 112 talleres y otras actividades, llevados a cabo durante tres días en la ciudad de Bariloche (Furilofche), la consigna “ni un paso atrás” fue la que más resonó en un contexto de avance de políticas caracterizadas por su crueldad. Se decidió realizar el próximo Encuentro en Jujuy.
Aprendizajes
Les nueves sujetes del feminismo se adentran a la lucha representando el ideal de un movimiento emancipatorio que trascienda al sujeto “Mujer”. Sus reclamos de visibilización quiebran la concepción de un feminismo homogéneo, sin tensiones ni conflictos, que universaliza las experiencias de opresión de mujeres cis-género, blancas y urbanas. En la demanda por el cambio del nombre del Encuentro, confluyen las disputas por la hegemonía de les sujetes políticos con la capacidad de articular sus luchas y fijar las problemáticas que les afectan en la agenda pública.
La lucha continua. En San Luis, territorio Huarpe, Comechingón y Ranquel; en Bariloche, territorio Mapuche y, ahora en Jujuy, donde resisten los Pueblos Kolla, Atacama, Quechua, Omaguaca, Tilián, Toara, Fiscara. Guaraní, Ocloya y Toba, los feminismos se hacen presentes, y lejos de ser un movimiento homogéneo, se unen reconociendo su diversidad para enfrentar los avances de la derecha, el colonialismo, el racismo, la heteronorma y el feminismo transodiante.
Bibliografía
BUTLER, JUDITH (2005) Cuerpos que importan. Sobre los límites materiales y discursivos del sexo, Buenos Aires, Paidós. Introducción, pp.17-49.
CAMPAÑA SOMOS PLURINACIONAL (2019) Hacer historia es mirar para delante, plurinacionales y con las disidencias.
COMISIÓN ORGANIZADORA DEL ENCUENTRO NACIONAL DE MUJERES (2019) Historia del Encuentro. Recuperado de http://encuentrodemujeres.com.ar/historia-del-encuentro/
FRASER, NANCY (2012). “La política feminista en la era del reconocimiento: un enfoque bidimensional de la justicia de género”, en Arenal. Revista de historia de las mujeres, Vol. 19. Instituto de la Mujer y la Universidad de Granada, España, pp. 267- 286.
HOOKS, BELL (2017) El feminismo es para todo el mundo, Madrid, Traficante de Sueños. Capítulos 1, 7, 10 y 16
PARTIDO COMUNISTA REVOLUCIONARIO DE LA ARGENTINA (2019). Los debates sobre el nombre del ENM. Recuperado de https://pcr.org.ar/nota/los-debates-sobre-el-nombre del-enm/
RUBIN, GAYLE (1989) “Reflexionando sobre el sexo: notas para una teoría radical de la sexualidad”, en Carole Vance (comp.) Placer y peligro. Explorando la sexualidad femenina, Madrid, Hablan las mujeres, 113-190
SEGATO, RITA (2010) “Género y colonialidad: en busca de claves de lectura y de un vocabulario estratégico descolonial”, en Bidaseca, Karina y Vazquez Laba, Vanesa (Comps.) Feminismos y poscolonialidad. Descolonizando el feminismo desde y en América Latina, Buenos Aires, Godot, pp. 17-48
TALPADE MOHANTY, CHANDRA (2008) “Bajo los ojos de occidente. Academia Feminista y discurso colonial”, en Liliana Suárez Navaz y Aída Hernández (Eds.) Descolonizando el feminismo: teorías y prácticas desde los márgenes, Cátedra, Madrid, pp. 1-23.
VIVEROS VIGOYA, MARA (2016). “La interseccionalidad: una aproximación situada a la dominación” en Debate feminista, N° 52. Bogotá, Colombia, Universidad Nacional de Colombia, pp. 2-17.
* Autoras:
Agustina Albornoz. Licenciada en Trabajo Social por la Universidad Nacional Villa María. Educadora Popular en el Centro Comunitario Pinceladas, Villa María. Participante en Proyectos de Extensión Universitaria sobre temáticas de Educación Sexual Integral. Coordinadora del Hogar de Protección Integral para personas en situación de violencia por motivos de género de la Coordinación de Género y Diversidad de la Municipalidad de Villa María.
Clara Aogeda. Licenciada en Trabajo Social por la Universidad Nacional Villa María. Educadora Popular del Centro Comunitario Pinceladas, Villa María. Participante en Proyectos de Investigación y Extensión Universitaria sobre temáticas de Infancias, Adolescencias y Juventudes, Políticas Sociales y Trabajo Social. Docente adscripta de los espacios curriculares “Derechos Humanos y Trabajo Social” y “Antropología Social y Cultural” de la UNVM. Trabajadora Social de la Municipalidad de Villa María.
Valeria Soledad Maldonado. Licenciada en Trabajo Social por la Universidad Nacional Villa María. Coordinadora de la Dirección de Prevención y Asistencia de Adicciones de la Municipalidad de Villa Nueva. Integrante del equipo técnico de la Coordinación de Género y Diversidad de la Municipalidad de Villa María. Docente auxiliar del espacio curricular “Teoría Práctica del Trabajo Social IV” de la UNVM.