Por Alejandra Prost y Mailen Delfini
Alejandra Prost. Licenciada en ciencias biológicas, UBA; feminista popular; alejandraprost@gmail.com
Mailen Delfini. Licenciada en trabajo social, UBA; feminista popular; mailendelfini@gmail.com
Esta nota fue publicada en “Notas, periodismo popular” el día 25 de marzo de 2020. -1-
El movimiento feminista incorpora en la agenda pública el debate, el cuestionamiento
y la búsqueda de nuevas formas de visibilizar la violencia. Hoy nos encuentra
atravesando un proceso de aislamiento social obligatorio, y no podemos dejar de lado
como esta situación nos expone y profundiza las distintas formas de violencia que
vivimos todos los días.
La Oficina de Violencia Doméstica de la Corte Suprema de Justicia de la Nación
(OVD) registró en 2019 la demanda más grande en sus once años de existencia. Lo
vemos todos los días en la calle, en nuestros trabajos, en nuestras relaciones sexo-
afectivas, lo vemos cuando leemos los diarios o miramos la televisión. La violencia
machista toma muchas formas y se esconde en la naturalidad con la que aceptamos
tantas situaciones que nos lastiman, que nos niegan nuestra identidad, que limitan
nuestra libertad y nos quitan la voz.
El año pasado al menos 327 mujeres fueron asesinadas y 177 personas fueron
víctimas de crímenes de odio por su orientación sexual o identidad de género. Sin
embargo son muchas más las que atraviesan estas situaciones todos los días.
Cuando analizamos los informes de la línea 144, que funciona en todo el país
brindando asesoramiento y contención ante casos de violencia machista, vemos que
la mayoría de las situaciones reportan violencia física y psicológica, en menor medida,
económica y sexual, y quien la ejerce es la mayoría de las veces una pareja o expareja
varón.
Hoy el estar aislades, en medio de la emergencia sanitaria, nos agarra desprevenides,
pero cuando hablamos de violencia en los vínculos afectivos no es novedad hablar
de aislamiento. No es en general un aislamiento físico que nos confina al hogar sino
en mayor medida un aislamiento psicológico y social. La persona que ejerce la
violencia comienza cuestionando nuestras amistades o nuestra familia, sigue por
controlar con quien nos vinculamos hasta cortarnos todos los lazos sociales,
dejándonos muy vulnerables a ser violentades y manipulades, sin posibilidad de pedir
ayuda o acompañamiento.
La violencia machista nos encuentra hoy más vulnerables que nunca. A las diferentes
desigualdades y opresiones a las que nos somete el patriarcado y el capitalismo hay
que sumarle la alerta mundial por el nuevo coronavirus.
Si bien los femicidios y crímenes de odio son expresiones extremas de la violencia
machista, debemos tener cuidado y especial atención en el contexto que estamos
atravesando en la actualidad. El “aislamiento social preventivo y obligatorio” nos
enfrenta a quedarnos literalmente encerrades en nuestros hogares, muchas veces
junto a las personas que ejercen violencia hacia nosotres.
La consigna #QuedateEnCasa pone aún más de manifiesto las desigualdades que
existen en los distintos rincones de nuestro país. Si bien es necesario tener conciencia
de las tareas de cuidado dentro y fuera de nuestros hogares, y construirlos en
comunidad, no todas las personas tenemos las mismas posibilidades materiales para
transitarla. El acceso a la vivienda, a los servicios básicos, como así ingresos
económicos fijos registrados (o no), entre otros derechos vulnerados, modifica la
manera en que estamos viviendo el aislamiento. El pleno acceso a estos derechos es
fundamental para construir una vida libre de violencias.
Los espacios de encierro, no poder transitar por la vía pública, como el compartir las
24 horas con alguien que no nos cuida ni nos contiene, puede ser peligroso para
nuestra salud tanto física como psicológica. La imposibilidad de conseguir otro
espacio donde pasar el aislamiento social obligatorio, o la falta de ingresos
económicos diario, agrava esta situación y nos ponen en riesgo constante.
Esa falta de autonomía económica, se ve aún más limitada ante la necesidad de que
todas las personas dejemos de recorrer la vía pública por posibles contagios masivos.
2Cuidar a les demás del contagio pone en juego directamente nuestra propia salud
integral, y posiblemente nuestra vida.
El Ministerio de las Mujeres, Géneros y Diversidad de la Nación nos brinda la línea
144, de asesoramiento y acompañamiento en situaciones de violencia, las 24 horas
del día los 356 días del año, con o sin emergencia sanitaria. En este contexto,
entendiendo que hablar por teléfono no es siempre una opción, sumó tres líneas solo
de WhatsApp: (54) 11-2771-6463, (54) 11-2775-9047 y (54) 11-2775-9048, un mail
de consultas: linea144@mingeneros.gob.ar, y una aplicación descargable a tu celular.
El 30 de marzo el Ministerio lanzó la campaña “Barbijo Rojo”, que nos permite pedir
ayuda, y alertar al empleade de la farmacia sobre nuestra situación de emergencia a
través de la solicitud de este barbijo. -2-
Al mismo tiempo si sabemos de alguna situación de privación de libertad o de trata
de personas podemos llamar al 145 del Ministerio de Justicia de la Nación.
Específicamente en la Ciudad de Buenos Aires, se puede llamar a la línea 137, la cual
realiza operativos de emergencia por situaciones de violencia. En caso de emergencia
no dudes en llamar a cualquiera de estos números o al 911 en todo el país.
Tenemos que pensarnos de forma colectiva, no sólo desde nuestra individualidad,
algo que se nos limita en este período histórico de aislamiento obligatorio. Debemos
crear nuevas estrategias de cuidado, para nosotres y para aquelles que sepamos que
se encuentran viviendo situaciones de violencia.
Hoy más que nunca se vuelve
indispensable acompañarnos. El movimiento feminista nos abraza y nos da fuerzas
para transformar todo aquello que nos lastima. Estamos organizades, estamos
luchando, vamos a cambiarlo todo.
Notas
-1- Publicación: https://notasperiodismopopular.com.ar/2020/03/25/violencia-genero-epoca-pandemia-
casa-no-soles/
-2- Se agrega información sobre la campaña “Barbijo Rojo” para esta publicación.