Por Silvana Rodríguez
“La mató por celos”, “Había antecedentes de violencia”, “él la golpeaba”, fueron algunos de los comentarios que se trasmitieron en una nota en un programa periodístico, haciendo mención a un “crimen pasional”, ocurrido en Guernica, en el cuál una mujer fue asesinada por su esposo por “celos”.
Como sabemos, existen varias y diversas formas de invisibilizar la violencia, y más aún hacia la mujer. El nominar al asesinato de una mujer por violencia conyugal, como crimen pasional, es una forma de ello.
Si bien se observa a nivel nacional y mundial un avance respecto a la cuestión de género y aún más, en lo que concierne a derechos, es evidente que queda mucho por hacer aún. Es tan inconcebible como real, que sigan existiendo muertes evitables, incluso, cuando hay indicadores de la posibilidad de tal riesgo.
De esta manera no sólo actúa la omisión de quiénes identifican estas situaciones de riesgo; sino que a ello se le suma:
Por un lado, la complejidad que implica llevar adelante una denuncia y el seguimiento de sus posteriores acciones; como también, la inoperancia de muchas de las personas a cargo de orientar y asistir a las víctimas, que, en más de una oportunidad, en lugar de contenerlas y acompañarlas para afrontar y enfrentar las situaciones de padecimiento vividas, no hacen más que maltratarlas y culpabilizarlas de lo sufrido.
Así, no sólo que se mantiene y contribuye a sostener y reproducir la situación de violencia, sino que también se refuerza el supuesto que direcciona el actuar del violento, de que la víctima es la “culpable”, en tanto “generadora de tensiones, conflictos, malestares”.
Por tanto, se pone de manifiesto, que además del enunciado y la proclamación por la igualdad de género y la lucha incesante por la defensa de los derechos de las mujeres, son imprescindibles acciones y dispositivos que pongan en acto el discurso, no alcanza con sólo “crear” nuevas secretarías, nuevos programas, presentar nuevos proyectos, si esto no contribuye a mejorar la calidad de vida de las mujeres.
Es hora de hacerse cargo y tomar parte en lo que respecta a la vida de las personas, es indignante saber que sigue muriendo gente, aún, cuando puede evitarse. Es hora de pasar del mero discurso, al efectivo y real accionar. Es hora, de darse cuenta que la lucha por la igualdad de género es la que se lleva adelante no sólo desde los niveles macrosociales, sino en la efectivización de acceso a los recursos necesarios, tanto humanos (idóneos) como materiales en el desarrollo de la vida cotidiana.
Y recordemos, que como interlocutores válidos, entre otras tantas de nuestras funciones, el problematizar y analizar el cómo nominamos a los diferentes problemas sociales, es nuestra obligación, no olvidemos que en la palabra también radica el poder de dar luz, o bien invisibilizar y reproducir las desigualdades.
Crímenes pasionales: pasión por invisibilizar desigualdades…
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