Por Carlos Solero
Las situaciones de precariedad se multiplican en la sociedad del presente.
Precariedad en los empleos cuando existen, precariedad en las viviendas siempre y cuando los propietarios lo permitan. También precariedad en la salud pública gracias a la negligencia de los funcionarios nacionales, precariedad en la provisión alimentaria para los niños indigentes, precariedad para los ancianos jubilados.
La sociedad del presente es inestable, pero esta inestabilidad no es un accidente sino la consecuencia de una planificada omisión, omisión fundada en el desprecio por la vida humana de la mayoría de la población.
Estamos en la sociedad del tercio, claro, sólo un tercio incluido para gozar de los beneficios del confort en la modernidad; el resto, los otros dos tercios, seguiremos boqueando en búsqueda de oxígeno para la supervivencia.
La crisis en marcha pondrá en evidencia lo antedicho y con creces.
El capitalismo es un sistema creado por procesos históricos de lucha entre clases dominantes y clases dominadas, este proceso no ha concluido y su desenlace es incierto.
La única certeza es que la caída del sistema puede prolongarse y entonces habrá que templarse para aportar a ese derrumbe.
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