Por José Luis Parra
Aportes para el debate
Hoy por hoy no hay demasiado para agregar, sólo basta con el título de la nota para presentar esta reflexión acerca de lo que se señala como una de las principales preocupaciones que sufre nuestra sociedad.
¿Es cierto que la seguridad es la principal preocupación de las personas? ¿Ocurren más hechos delictivos y más violentos que en otras épocas?
¿Estamos frente a un cierto estado de paranoia generado por el bombardeo mediático?
No quiero responder a esas preguntas en forma aislada del contexto. Hacerlo siginificaría seguir la lógica de pensamiento de quienes tiran la piedra, rompen “el cristal” y esconden la mano, se paran luego enfrente como si no hubieran hecho nada y gritan que así no se puede seguir viviendo, que es necesario endurecer las leyes y castigar con más rigor a los delincuentes.
Antes de entrar en tema, los invito a repasar algunas noticias de la sección Policiales, publicadas en diarios argentinos de otras épocas, tomados casi al azar (pero con total intencionalidad)
Leemos en el diario “La Unión”, Buenos Aires, 12 de julio de 1918
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Del Diario “Crítica”, Buenos Aires, 28 de enero de 1931
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De “La Unión” de Río Gallegos, 26 de marzo de 1914
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Si consideramos la menor cantidad de habitantes en esos años, se podría decir que la crónica policial fue muy abultada en todos los tiempos.
¿Vivenciaban esas sociedades, con preocupación, tales situaciones de inseguridad? ¿Eran nuestros abuelos seres desaprensivos para con la vida? ¿Estaba naturalizada la violencia en épocas pretéritas? ¿Vivir era cosa de gente brava?
¿Cómo explicamos esta sensación instalada en el imaginario, de que estamos cada día peor?
Casos extremos
La prensa contó también con protagonistas de excepción, que produjeron momentos brillantes en la historia del amarillismo comunicacional.
Así cubrieron profusamente hechos sangrientos como los siguientes:
- * Cayetano Santos Godino, apodado “Petiso orejudo”, fue un niño que en 1904 comenzó un raid delictivo que incluyó la muerte de cuatro niños, siete intentos de asesinato y el incendio de siete edificios.
- * Francisco Laureana murió enfrentando a la Policía en febrero de 1975. Fue considerado “el sátiro que en sus fechorías nocturnas asesinó a 15 mujeres en seis meses”.
- * Carlos Eduardo Robledo Puch está detenido desde 1972, condenado por diez homicidios calificados, un homicidio simple, una tentativa de homicidio, diecisiete robos, una violación, una tentativa de violación, un abuso deshonesto, dos raptos y dos hurtos.
Según la pericia psiquiátrica realizada en oportunidad de su juzgamiento: “procede de un hogar legítimo y completo, ausente de circunstancias higiénicas y morales desfavorables. Tampoco hubo apremios económicos de importancia, reveses de fortuna, abandono del hogar, falta de trabajo, desgracias personales, enfermedades, conflictos afectivos, hacinamiento o promiscuidad”.
Todos ellos tuvieron una enorme cobertura en los medios de comunicación masiva. Apodos terribles, primeras planas sangrientas, detalles macabros; golpes bajos para la difusión y el consumo de hechos de sangre.
Lo expuesto permite adelantar que la violencia fue parte de la realidad cotidiana de nuestra historia.
Una historia signada por la conquista y asesinato de los pueblos originarios, por la exclavitud de indios y negros, la represión y persecución a los gauchos, las traiciones a la causa americana, la subordinación a la división internacional del trabajo y los intereses de las potencias, la persecución a los militantes libertarios, la proscripción y represión de los movimientos populares, la usurpación del poder con el uso de las fuerzas armadas, el uso de la violencia extrema y el terrorismo para la imposición de las deudas externas…
Repasemos sólo algunos pocos de esos momentos:
* | Durante los hechos conocidos como la Patagonia Trágica, el ejército argentino reprimió las huelgas obreras, asesinando a miles de trabajadores. |
* | La policía federal reprimió muchas huelgas obreras a lo largo de nuestra historia, con el trágico resultado de miles de trabajadores y militantes torturados y muertos. |
* | Miembros de las Fuerzas Armadas sublevados frente a un gobierno constitucional, bombardearon a la población civil en el centro de Buenos Aires, en junio de 1955, también con resultado trágico para las personas. |
* | Durante los años de plomo de la dictadura militar (violencia extendida a toda América) los medios de comunicación masivos difundían lo que llamaban “enfrentamientos” entre las tropas legales y los subversivos, numerando con detalle la cantidad de muertos (en esos enfrentamientos todos los muertos eran del bando de la subversión). Las calles de todas las ciudades eran el campo de batalla dominado por un ejército de ocupación. |
* | Los manifestantes Darío Santillán y Maximiliano Kosteki fueron asesinados en plena calle y ante las cámaras de televisión, en junio de 2002 durante una manifestación piquetera, por oficiales y agentes de la Policía Provincial de Buenos Aires y de la Prefectura Naval. |
En síntesis: el denominador común de los hechos más violentos y generadores de mayor cantidad de muertes resulta del copamiento del aparato del Estado cometido a lo largo de nuestra historia para sostener el poder de un grupo oligárquico y sentenciar a nuestro país al subdesarrollo.
Esos hechos de violencia extrema que tienen consecuencias negativas sobre millones de seres humanos no cuentan con cobertura comunicacional ni son convenientemente analizados. Se confunde así causa con efecto y sólo se muestran situaciones de erupción de la violencia como hechos cerrados en sí mismos.
Estudio crítico del discurso
Antes de continuar, deberíamos definir a qué llamamos inseguridad y violencia, o por lo menos contextualizar aquellas “situaciones ejecutadas fuera de la razón y la justicia, que nos colocan en situación de peligro o daño”.
De tal modo, se ha generalizado en forma errónea el concepto de que la inseguridad es básicamente “el peligro que se corre de ser atacado con fines de robo o secuestro, en momentos en que el aumento o escalada de violencia produce como consecuencia la muerte de la víctima”.
Un elemento que aumenta “la sensación” de inseguridad es la impunidad, desde que se cree que la justicia no da respuestas y que los delincuentes delinquen cada vez más porque las leyes los amparan.
El estudio fuera de contexto que se tiene sobre hechos de inseguridad y violencia no hace más que garantizar la continuidad de las causas profundas de su existencia. Se llega a la conclusión de que la inseguridad es una cuestión sólo relacionada con el respeto -o no- hacia la propiedad privada.
Si hablamos entonces de “situaciones ejecutadas fuera de la razón y la justicia, que nos colocan en situación de peligro o daño”, deberíamos sindicar como delito todo aquello que desconoce el mandato de las leyes o el reconocimiento de los derechos humanos, tal como lo sostiene la Constitución de cada país.
Países como el nuestro sufrieron la destrucción de sus sistemas productivos por sucesivos gobiernos y administraciones, crimen que aún permanece impune y que es una de las principales razones para el aumento de la violencia.
En un ejemplo que sintetiza esa razón, observamos a un niño, hijo de sucesivas generaciones de madres y padres desnutridos. Lo vemos despertar en un ambiente que no cuenta con suficente aireación, red de agua corriente o calefacción, ni posee conexión a red cloacal. En su entorno, aún flotan los restos de la nube tóxica generada por la fumigación con glifosato (utilizado como herbicida para el cultivo de soja transgénica), acontecimiento aprobado por ministerios y otros entes de gobierno.
El agua de las canaletas corre contaminada, produciéndole en verano enfermedades que van desde la diarrea hasta una hepatitis.
En invierno debe acudir al sistema sanitario para ser atendido por bronquiolitis. Eso si es que no aparecen brotes de cólera, dengue, u otra enfermedad. O si no sufre de tuberculosis o chagas. ¿A qué llamamos entonces violencia e inseguridad?
La seguridad bajo la lupa de la propuesta mediática
Sin movernos de la oferta noticiosa, podríamos profundizar la cuestión que se debate.
En setiembre de 2004, en un artículo publicado en la Revista Margen Nº 35, a partir de estudiar algunas noticias publicadas en los medios masivos de comunicación, proponía un análisis crítico del discurso y señalaba:
El miedo “al otro” atraviesa nuestra sociedad.
Es preciso encontrar elementos que nos permitan desarmar estos discursos incompletos, tendenciosos y perversos; romper el aislamiento y recuperar la propiedad sobre el discurso para rearmar los lazos sociales de la comunicación.
Propongo una aproximación a partir de trabajar tres informaciones brindadas por los medios de comunicación de Argentina el 29 de setiembre de 2004.
Ese día, una tremenda noticia tuvo el mayor porcentaje de cobertura en los medios argentinos. En Carmen de Patagones (localidad ubicada al sur de la provincia de Buenos Aires) un joven de 15 años disparó contra sus compañeros en el salón de clases de su escuela, matando a tres e hiriendo a varios. Utilizó el arma de su padre, miembro de una fuerza de seguridad (la Prefectura Naval).
No era para menos semejante cobertura. El hecho generó comentarios, análisis, opiniones y movilizaciones.
Se trató de encontrar explicaciones. Se dijo que el chico era tímido y retraído, que había peleado con sus compañeros, que no se llevaba bien con su padre, que se vestía de negro (dark), que escuchaba a Marilyn Manson, etc.
El gobierno nacional decretó dos días de luto y se realizaron jornadas de reflexión sobre la violencia en todas las escuelas. En muchos casos, la mirada (de alerta) volvió a colocarse sobre los jóvenes.
Nuevamente se reproduce el viejo discurso: juventud sinónimo de violencia, droga, subversión a los valores tradicionales. La reflexión pedida desde las instancias de gobierno conlleva una consecuencia dramática: el pedido de la sociedad para conseguir más control y una mayor penalización para los jóvenes.
Ese mismo día, otras dos noticias tuvieron menos cobertura en los medios de comunicación y -no por casualidad- pasaron inadvertidas para la opinión pública:
- * en la ciudad de Mar del Plata se reanudó el Juicio por la Verdad (se pidió el encarcelamiento de 4 militares y un civil por su actuación durante la Dictadura Militar de 1976)
- * en La Plata (capital provincial), el subsecretario de Seguridad de la provincia denunció un complot para matar al Ministro de Seguridad y a él mismo, organizado por la cúpula policial del Partido de San Isidro (provincia de Buenos Aires).
Al respecto del Juicio por la Verdad, en el referido artículo expresaba;
En relación al otro tema decía:
Un día después de denunciar un supuesto plan de altos jefes policiales y delincuentes para matarlo, el funcionario removió a 37 oficiales y suboficiales. Entre los desplazados, 35 cumplían tareas en la jurisdicción de la Jefatura Departamental San Isidro, de la que también fue relevado su titular. ”Los policías están investigados por varios hechos de corrupción y también por estar sospechados de participar en secuestros extorsivos, tráfico de drogas y explotación de prostitutas, entre otros delitos”.
Quienes deben velar por la seguridad de la comunidad, son acusados por ser autores de gravísimos delitos.
En un mismo día, los medios no dieron el mismo tratamiento a tres noticias.
¿Acaso no era importante mostrar la reapertura de las causas contra delitos aberrantes y crímenes de lesa humanidad que habían quedado impunes durante más de 25 años obligando a la sociedad a convivir con semejantes delincuentes?
¿Acaso era menos importante el estado de situación en el seno de las fuerzas de seguridad -encargadas en la teoría de dar protección a la sociedad- en las que se desarrollan con pleno poder grupos mafiosos y delincuentes?
¿No merece la sociedad conocer estos hechos para contar con todos los elementos a la hora de hacer un “mapa mental” de la Inseguridad?
Poco ha cambiado desde 2004. Quiero finalizar estas notas reproduciendo la conclusión que planteaba el artículo señalado más arriba (Margen Nº 35):
No podemos avanzar en el análisis sin detenernos un momento en algunos indicadores de nuestra sociedad:
En Argentina, el índice de desempleo aumentó en 2004. Las cifras oficiales dicen 14% de la población económicamente activa. Sin embargo, las estadísticas dejan afuera del índice de desocupación a quienes reciben el subsidio estatal de $ 150 (U$S 50) mensual otorgado por los planes sociales. Si no fuera por esto, la cifra treparía a más del 18%.
Sobre 37 millones de habitantes, 1.200.000 adultos mayores no cobran jubilación ni pensión.
1.400.000 jóvenes (entre 15 y 30 años) no estudia ni trabaja.
11.000 niños menores de un año mueren anualmente por razones prevenibles (índice de mortalidad infantil).
Sobre 6.500.000 de niños (tomado en 31 ciudades), 4.800.000 son pobres y de ellos, 2.700.000 son indigentes.
El 50% de los niños entre 6 meses y 2 años padecen anemia.
Mientras tanto, el país destina el 20% de su gasto público a la asistencia (directa o indirecta) a los niños. Sin embargo, entre 2001 y 2003 ingresaron al nivel de pobreza 1.200.000 más de niños.
Por último digamos que -en la última década- se produjo una transferencia notable del ingreso, de la población más pobre, a la más rica.
La verdadera inseguridad
El tema que más resuena en los medios de comunicación de nuestros países latinoamericanos reproduce el discurso imperial: el terrorismo es el enemigo de nuestro presente, así como el comunismo lo fue en la década del ’70.
De acuerdo a este discurso, cualquiera puede ser un terrorista. La violencia es el tema más publicitado del momento.
Pero, ¿dónde ubicar la verdadera violencia?
Como vimos, en nuestro país se ocultó la verdad, se obligó a las víctimas del Terrorismo (la mayoría de sus habitantes) a convivir con los delincuentes responsables de los crímenes más aberrantes. Se entronó a la impunidad.
¿Cómo construir un país en paz sobre la base de la mentira, el odio y la injusticia?
Muchos discursos confirman la mirada parcial sobre acontecimientos que son de gran importancia para conocer las causas de nuestros males y permitir la generación y fortalecimiento de proyectos cooperativos con inclusión social.
Esas miradas desgranadas y parciales convalidan las irregularidades que genera la impunidad y sostienen la injusticia, mientras se acusa y penaliza a las víctimas.
El análisis contextual atraviesa la realidad, le da sentido a los hechos desde una mirada y un posicionamiento histórico cultural. Es la manera de desplazar “la culpabilidad” a los verdaderos responsables del atraso, la violencia y la muerte. Para que “pobres” y “jóvenes” comiencen a vivenciar una verdadera ciudadanía.
Apostillas:
Reproducido en los medios argentinos (año 2009) |
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* | “Terminen con la estupidez de los derechos humanos. El que mata debe morir”, dijo la “famosa” Susana Giménez. |
* | Eugenio Zaffaroni -miembro de la Corte Suprema de Justicia- criticó a los medios de comunicación que “bombardean con noticias rojas y crean una realidad en la que el enemigo principal es la inseguridad urbana” |
* | “El empleo tiene mucho que ver con el tema que tanto nos preocupa a los argentinos, que es la seguridad… La brecha social, donde se encuentra la extrema riqueza conviviendo con la extrema pobreza, es la que incrementa la inseguridad”, señaló la Presidenta Cristina Fernández |
* | “…la jueza Carmen Argibay (ministra de la Corte Suprema de Justicia) criticó al periodismo y a los que la semana pasada se manifestaron en la Plaza de Mayo. “Nunca los vimos marchar contra el hambre y la pobreza”, dijo sobre los asistentes a la protesta que se repitió en las principales ciudades del país. Y agregó que la inseguridad es “exagerada e inflada por los medios de comunicación”. En diálogo con radio Mitre, la jueza sostuvo que primero se debería ver la cantidad de muertes evitables por falta de atención médica, de programas de salud y de atención a la niñez. “Sólo entonces podemos empezar a hablar de lo que estamos haciendo para remediar la inseguridad”, afirmó. (Diario La Nación, 24/3/09) |
* | “A veces vemos delincuentes que parecen dispuestos a todo. Nosotros les respondemos que estamos dispuestos a articular todos los esfuerzos para combatir el delito, porque queremos vivir cada día en más tranquilidad, en convivencia democrática y seguridad ciudadana”. Palabras del gobernador de la prov. de Buenos Aires, Daniel Scioli. |
* | El ministro del Interior, Aníbal Fernández, reconoció ayer que se equivocó cuando, al referirse a la ola delictiva que está viviendo el país, había dicho que era “un punch mediático”, y pidió disculpas a los vecinos al admitir que es consciente de la sensación de inseguridad: “No vivo dentro de un tupperware”, dijo. (Diario La Nación) |