¿Ex?carcelados…

El sistema judicial busca sacar presos de cárceles abarrotadas que terminan convirtiéndose en escuelas de delincuentes. Pero la masacre de Campana, en la que uno de los involucrados era monitoreado electrónicamente, desató la polémica y obligó a revisar incluso la actuación de los jueces.”

Por Silvana Rodríguez

Este es un fragmento de una nota que se publicó en el Diario La Nación, haciendo mención a las situaciones de las personas que reciben el beneficio de excarcelación. En este sentido, en la nota puede observarse el desarrollo del debate que implicó el tema de las “pulseritas”, es decir, el énfasis del análisis en casos individuales y sólo en una de las condiciones penales, sin hacer mención alguna al sistema penal en general y, menos aún, a las políticas ¿existentes? en el área criminológica.

De este modo, se “problematizó” sobre las acciones del Servicio Penitenciario Bonaerense, solucionando sus deficiencias sumando más personal para el control de los arrestos domiciliarios; se cuestionó las acciones de determinados jueces, reparando estas “malas decisiones” con la creación de una comisión que evalúe dichas decisiones; y se mencionó la importancia de rever el Código Penal modificando los requisitos para acceder a las morigeraciones de la prisión (por ejemplo “pulseritas”), volviendo a centrar el problema sólo en una de las condiciones penales, “casualmente”· la que adquirió trascendencia pública.

Así, se parte del primer error, confundiendo emergente con problema, ¿no son acaso estas circunstancias emergentes de otros malestares, ineficiencias, quiebres, vacíos? Con ello, no queremos en absoluto minimizar los terribles hechos acontecidos, pero quisiéramos poder ahondar en la esencia de estos fenómenos y no sólo en las consecuencias, para así poder pensar en una repuesta que revierta estas condiciones y no sólo sea paliativo para un momento. Esto siempre y cuando,se quieran realmente revertir estas situaciones…

Asimismo, en la misma nota se realiza también un exhaustivo “análisis” de las condiciones insalubres en las que las personas se encuentran en prisión, entre ellas hacinamiento crítico, lo cual no genera como se espera un análisis que permita vincular estas circunstancias con la aplicación de medidas alternativas a prisión, sino que se refuerza, se enfatiza una vez más en “culpabilizar individualidades”, como en este caso, las “malas decisiones” de los jueces. Suponemos que partimos de una concepción de prisión-cárcel asociada a la “resocialización” de las personas… ¿no sería interesante poder pensar que estas decisiones podrían estar asociadas a la escasa viabilidad de concretar el objetivo de “resocialización?

De igual modo, puede observarse claramente a lo largo de toda la nota, el supuesto subyacente de que “los problemas de delincuencia se solucionan con más exclusión, con aislamiento, con más violencia”, ni miras a poder imaginar siquiera la remota posibilidad de que la solución a esta problemática social compleja podría estar asociada a la integración, a la posibilidad de acceder efectivamente a oportunidades que les permitan la real inclusión, la construcción de otras alternativas de vida. En este sentido hablar de excarcelación, es casi una falacia.

Es decir, que sólo en la medida en que se lleve adelante una política integral, con fundamentos teóricos, que implique conocimientos sobre criminología, que parta de un diagnóstico que dé cuenta de las necesidades e intereses de las personas que tienen causas penales, que articule acciones a distintos niveles y desde las distintas áreas, que trabaje tanto a nivel micro como macro social, que tenga en cuenta las representaciones sociales negativas que de las personas en conflicto con la ley se tienen en las comunidades y se forjan desde los medios de comunicación, que tenga la intención real y efectiva de revertir los problemas de delincuencia y demás, sólo en ese momento se va a poder hablar de una excarcelación real…

Una ex – carcelación que permita vivir libremente, superando los muros, tanto los que establecen las rejas de un penal, como los simbólicos, más duros aún, marcados por los estigmas, las escasas posibilidades de inserción social y laboral, las representaciones sociales negativas, el rechazo, pudiendo afrontar y enfrentar aquellas marcas inscriptas en los cuerpos, tanto las visibles como las invisibles, que no son más que, el intento de pertenecer, aunque sea desde la huella del “enjaulamiento del ser humano por otros seres humanos” (Serra, 1999)…

Cuando por una vez se haga por la dignidad humana, cuando las políticas estén centradas en las personas en situación de padecimiento y no en las situaciones problemáticas que además vivencian las personas, en ese momento se va a poder hablar de excarcelación desde la resocialización, reinscripción e integración social.

Quizás sea el momento para repensar el sistema penal integral, desde la universalidad en relación con la particularidad…y en ello, en esta relación de lo particular a lo general y viceversa, entendemos que algo “bastante” debería poder aportar el Trabajo Social…

Silvana

Fuente: http://www.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=1047180&high=excarcelaciones

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