En la ciudad de Córdoba, la tasa de mortalidad infantil trepó de 11,1 a 12,6 por mil entre 2006 y 2007. En la Capital murieron el año pasado 295 niños menores de 12 meses, 47 más que en 2006. De ellos, ocho de cada diez pesaron menos de 2,5 kilos al nacer. Seis de cada diez fueron prematuros, lo que evidencia falencias en atención primaria. El indicador para toda la provincia, a su vez, también había aumentado por primera vez desde 2001: pasó de 11,6 a 12,9.
Por Marcela Fernández para La Voz del Interior (6 de julio 2008)
Al tiempo que la ciudad de Córdoba decidió, el año pasado, no adherir al Plan Nacer y que la Provincia optó por desarticular el Programa de Salud Familiar –dos estrategias destinadas a fortalecer la prevención y la promoción de la salud materno-infantil en los sectores más vulnerables de la población–, el aumento de la mortalidad infantil que se registra en ambas jurisdicciones pone en evidencia que en Córdoba siguen existiendo importantes falencias en atención primaria.
Sólo en la ciudad de Córdoba murieron el año pasado 47 bebés más que en 2006, según los datos consolidados que maneja la Secretaría de Salud de la Municipalidad de Córdoba.
En total, fallecieron en ese período 295 niños menores de 1 año, cuyas madres tienen residencia en la capital provincial.
Y de todos los que murieron, ocho de cada 10 (el 78,6 por ciento) nacieron con menos de 2.500 gramos, es decir, con bajo peso, y 6 de cada 10 (el 64,6 por ciento) fueron prematuros, factores de riesgo vinculados, en general, a deficientes controles del embarazo.
Además, los bebés cuyas madres tienen un bajo nivel de instrucción, y son menores de 20 años, siguen siendo los más vulnerables, según muestra el análisis de las cifras elaborado por las autoridades sanitarias municipales.
La mayor cantidad de niños fallecidos en 2007 se tradujo, a su vez, en el aumento de 1,5 punto en la tasa de mortalidad infantil de la Capital con respecto a 2006, que rompió así la promisoria tendencia descendente que evidenciaba desde 2001, cuando llegaba a 19,1.
El indicador en la ciudad de Córdoba trepó, en concreto, de 11,1 por mil en 2006 a 12,8 en 2007, de acuerdo con los datos de la Secretaría de Salud municipal.
La tasa mide la cantidad de fallecimientos de niños menores de 12 meses registrados en un año, por cada mil bebés nacidos vivos en el mismo período. Y se considera uno de los más elocuentes indicadores socio-sanitarios y de la situación de bienestar de una población.
El incremento que se advierte en los números de la ciudad de Córdoba –donde, en general, se registra algo más del 40 por ciento de todos los nacimientos provinciales, y la mitad corresponde al sector público– es un reflejo de lo que ocurre a nivel de la provincia.
Y es que para todo el territorio cordobés, la tasa de mortalidad infantil volvió a subir por primera vez en cinco años, al crecer de 11,6 a 12,9 entre 2006 y 2007, tal como anticipó La Voz del Interior hace tres semanas, en base a datos provisorios del Ministerio de Salud de la Provincia.
En toda la provincia habrían muerto el año pasado 670 bebés menores de 12 meses, unos 50 más que en 2006, según indicó en ese momento el ministro de Salud de la Provincia, Oscar González, quien no ocultó su preocupación por el crecimiento de la tasa por primera vez desde 2001.
De hecho, el indicador provincial inclusive había mantenido su tendencia decreciente en 2002, cuando la severa crisis económica que vivió el país empujó hacia arriba la tasa nacional. Y, en cambio, registra un incremento en 2007, en un momento de estabilidad socioeconómica.
Sin embargo, recién esta semana la cartera sanitaria prevé contar con la información desagregada, para poder determinar dónde y por qué murieron los bebés.
El desigual riesgo de morir. En la Secretaría de Salud municipal, entretanto, ya finalizó el análisis de los datos de la mortalidad infantil en la Capital, y los resultados son elocuentes acerca de todo lo que queda por hacer para que sean menos los niños que mueren.
“Un dato relevante es que casi el 80 por ciento de los chiquitos que fallecieron había nacido con bajo peso, es decir con menos de 2.500 gramos”, precisó el subsecretario de Salud municipal, Medardo Ávila Vázquez. De ellos, a su vez, el 22,9 por ciento fueron niños con peso extremadamente bajo al nacer (menos de 1.500 gramos).
La edad y el nivel de instrucción de la madre, además, surgen con toda claridad como factores que siguen teniendo fuerte relevancia en los fallecimientos.
En las madres adolescentes (hasta 20 años) el indicador supera por cuatro puntos la tasa promedio para la ciudad, al alcanzar, para ese grupo etáreo, los 16,5 por mil. Además, sólo entre las mamás adolescentes se registraron 52 fallecimientos de bebés, a pesar de que los nacimientos para ese grupo fueron sólo 3.141 de un total de 22.972.
En cambio, la tasa es menor al promedio cuando las madres tienen entre 21 y 39 años. Y vuelve a incrementarse entre las mujeres de más de 40 años, si bien ese grupo etáreo tiene un mucho menor peso general, ya que en números absolutos sólo registra 14 muertes de bebés.
Pero la mayor diferencia –y, también la mayor evidencia de inequidad y desigualdad en el acceso a la salud– viene de la mano del nivel de instrucción de la madre.
Y es que entre las mamás sin instrucción o con primario incompleto, la tasa de mortalidad infantil trepa 15 puntos sobre el promedio, para llegar a 28,2 por mil.
Las madres con nivel de instrucción alto (con secundario completo o más), por el contrario, permanecen muy por debajo del promedio, con sólo un 8,6 por mil.
Determinar si los bebés murieron en los primeros días de vida o más adelante es otro dato significativo para determinar si los fallecimientos se relacionan con falencias en el control de la gestación (si ocurren en forma temprana), o bien con problemas asistenciales del sistema sanitario.
Las muertes neonatales (producidas hasta los 28 días de vida y que en general representan alrededor del 70 por ciento de toda la mortalidad infantil) fueron en 2007 el 65,4 por ciento del total. En 2006 habían sido el 71,3 por ciento.
Y en cambio, se registra un incremento de la denominada mortalidad posneonatal (después de los 28 días de vida) , que pasó del 28,5 por ciento en 2006 al 34,6 por ciento el año pasado.
Para expertos en el área materno-infantil consultados por este diario, los números dibujan un bosquejo en el que se advierten falencias en atención primaria y en salud perinatal, con dificultades en el control del embarazo que permitan prevenir complicaciones, o identificarlas a tiempo, para que la atención del parto se realice en centros con complejidad adecuada, a lo que se suman dificultades de acceso al sistema de salud.
Problemas de acceso. En forma coincidente, Ávila Vázquez señaló que el bajo peso y la prematurez de la mayoría de los bebés fallecidos ponen en foco “que sigue habiendo un problema importante en el control del embarazo”.
Y dio cifras concretas: de los 12 mil partos que se atienden en el sector público en la Capital, sólo cinco mil tienen controles en el embarazo, a pesar de ser una acción básica de atención primaria.
“El riesgo aumentado del embarazo adolescente, a su vez, muestra falencias en salud reproductiva y en la prevención de embarazos no deseados”, sostuvo.
“Lo que pasa es que entre 2004 y 2006 hubo un programa de salud reproductiva que se instrumentó con fuerza, con insumos y continuidad garantizada. Pero eso cambió el año pasado cuando empezaron a faltar los anticonceptivos del Ministerio de Salud de la Nación, lo que pone en riesgo el programa”, subrayó.
“Aparte, está claro que hay un sector de la población que sigue siendo mucho más vulnerable y que tiene problemas de acceso a la salud. Y eso implica que hay que llegar más a ellos”, indicó.
Por otra parte, con respecto al aumento de la mortalidad en bebés de más edad, el funcionario apuntó al brote de enfermedades respiratorias que se registró en Córdoba el invierno pasado.
“Fue mucho más cruento que en años anteriores, y mostró que el sistema de salud público y privado se desbordó, y que tuvo poca flexibilidad para hacer frente a esa patología prevalente y al resto de la demanda”, consideró.
De hecho, las principales causas de muerte de los bebés fueron, en primer lugar, la dificultad respiratoria del recién nacido (que, en general, se vincula a la prematurez), seguida de los signos y síntomas del sistema respiratorio y circulatorio, que en 2006 aparecía recién en sexto lugar.
Por Marcela Fernández para La Voz del Interior
(mfernandez@lavozdelinterior.com.ar)