A pesar de la profundización de la crisis de la economía capitalista en el mundo, el neoliberalismo no está acabado. Pareciera que es todo lo contrario, que está tomando un respiro para volver con mayor fuerza a imponer sus políticas de ajuste, marginación, pobreza, muerte y destrucción de vida y naturaleza.
Como ejemplo, veamos el caso de la amazonía peruana.
El caso peruano, la “ley de la selva”
El presidente Alan García presentó varios proyectos de ley, todos tendientes a liberalizar aún más la economía peruana y atarse a los tratados de libre comercio con las potencias.
Uno de los proyectos de ley -por ejemplo- autoriza a “subastar las acreencias del Estado”. En otro proyecto se establecería un “bono de productividad para estatales (meritocracia)”.
Alan García defendió las propuestas con los mismos argumentos utilizados en aquellos países en los que se destruyó el sistema productivo durante la década del ’90, con resultados desastrosos para las economías nacionales: “nuestro país todavía es un país lento que no hace todo el esfuerzo que podría hacer, ni las instituciones gubernativas o políticas, ni los ciudadanos. Nos falta esfuerzo y premiar el mérito del que se esfuerza más”, dijo García.
Pero el proyecto de mayor envergadura y peligrosidad es el denominado “ley de la selva”, que plantea prácticamente la privatización de millones de hectáreas de la selva amazónica peruana.
Luis Vittor -en artículo difundido por Alai-amlatina- explica que “hace un trimestre atrás, el presidente Alan García lanzó su propuesta de poner en valor todos los recursos naturales que no utilizamos para superar, lo que él llama, la filosofía del “perro del hortelano”. García planteó que debía ponerse en valor la amazonía que tiene 63 millones de hectáreas en las que podría hacerse forestación maderera sobre 8 millones de hectáreas, para lo cual proponía la necesidad de su privatización que asegure la inversión y genere empleo. Aunque existe una ley de promoción de la inversión privada en la reforestación y agroforestería por el cual se puede entregar en concesión las tierras de la amazonía, García insiste en la propuesta de otorgar en propiedad las tierras.”
Al respecto, la presidenta de la Comisión de Pueblos Andinos, Amazónicos y Afroperuanos del Congreso, Gloria Ramos, aseguró al diario El Comercio que “es necesario realizar un estudio más amplio sobre la llamada “Ley de la Selva” antes de someterla a votación en la Comisión Permanente, y recordó que este tema no es sólo económico sino humano por la cantidad de comunidades que viven en la Amazonía y sus áreas de influencia”.
Para Ramos, “debería estudiarse (el tema) con más amplitud antes de hablar de privatizar. Dentro de este territorio no solo hay árboles, hay seres humanos. Por eso no se puede decir que venga la inversión y que aquellos que se oponen a esto son ‘perros del hortelano’. “
Denuncia sobr eproyecto que permite deforestar la selva virgen
En mayo de 2007, el diario El Comercio denunció que “la Intendencia Forestal del Inrena estaría concesionando para una supuesta ‘reforestación’ áreas boscosas. Bajo esta premisa, se “aprovecharían gratuitamente de todos los recursos que ese bosque primario otorga”.
Afirma José Álvarez Alonso (Investigador del Instituto de Investigaciones de la Amazonía Peruana):
Una ley diseñada para promover la reforestación de los millones de hectáreas deforestadas en la Amazonía se ha convertido ‘por arte burocrático’ en un incentivo perverso para extraer madera gratis de bosques vírgenes. La inversión privada en reforestación debe promoverse, pero en terrenos realmente deforestados.
Otra vez el mito de la selva vacía se impone desde Lima. Con las concesiones para reforestación se vuelve a ignorar (antes ocurrió con las concesiones forestales) los derechos adquiridos de cientos de comunidades indígenas y campesinas (que usan esos bosques para subsistencia), y se entrega sus territorios tradicionales a terceros, con la excusa de que carecen de título de propiedad. Debemos recordar que menos de 500 de las cerca de 2.400 comunidades campesinas e indígenas de Loreto poseen territorios titulados.
El bosque amazónico no debe ser regalado a mafias madereras disfrazadas de reforestadoras. Debe ser manejado sosteniblemente y en lo posible por las para beneficio de las presentes y futuras generaciones.”
El avance de la deforestación del Amazonas es multidireccional.
Por ejemplo, el gobierno de Guyana ofreció recientemente poner toda su selva virgen bajo el control de un organismo internacional administrado por Gran Bretaña a cambio de un acuerdo bilateral de ayuda al desarrollo compatible con el medio ambiente.
El Presidente de la antigua colonia británica, Bharrat Jagdeo, explicó que el Gobierno de Londres podría apoyar inversiones del sector privado a través de los mercados emergentes de carbono (por la emisión de gases).
“El mercado debería ser quien compensase finalmente a los países, pero a falta de eso, esta solución es la mejor. Enviaría un fuerte mensaje a la próxima conferencia sobre el cambio climático de Bali en el sentido de que los bosques importan mucho”.
La reserva forestal de Iwokrama, en Guyana central, ha sido propuesta como ejemplo de lo que podría hacerse a escala de todo el país. Esa reserva de 371.000 hectáreas fue donada a la Commonwealth (Mancomunidad británica de naciones) en 1989 para presentarla como escaparate de gestión de un bosque tropical capaz de arrojar beneficios tanto económicos como ecológicos. Los científicos que trabajan allí calculan que almacena unos 120 millones de toneladas de carbono, cantidad equivalente a las emisiones anuales de todo el Reino Unido”.
Mientras que en Brasil, el presidente Lula informó hace pocos días que “el proceso de deforestación de la región del Amazonas se agudizó en los últimos cinco meses del 2007 según denunció el Ministerio del Medio Ambiente de Brasil”. Según el informe oficial, unos 3.233 kilómetros cuadrados de la selva amazónica fueron arrasados entre agosto y diciembre del año 2007.