Por Carlos A. Solero
Arthur Clarke fue un escritor y científico de origen británico conocido por sus relatos fantásticos como la saga de novelas 2001: una odisea espacial, 2010: nueva odisea, Cita con Rama y El Centinela. La labor de Clarke se orientó además a campos tales como la investigación y la divulgación científica.
Sus obras de ficción poseen una característica que las torna singulares: no sólo estimulan la imaginación de los lectores sino que además interpelan con planteos filosóficos y éticos sobre el desarrollo tecnológico y un devenir muchas veces deshumanizante.
Breve biografía
Arthur Charles Clarke nació en Minehead, un pueblo costero de Somerset, Inglaterra, el 16 de diciembre de 1917.
Desde su infancia se mostró aficionado por la astronomía y se dice que haciendo uso de un precario telescopio dibujó un mapa de la Luna, el satélite natural de la Tierra.
Durante la Segunda Guerra Mundial (1939-1945), adscripto a la Royal Air Force (RAF), desarrolló un sistema de defensa antiaérea mediante radares contra los bombardeos de la Alemania nazi.
Según uno de sus biógrafos, finalizada la contienda dio a conocer un ensayo titulado Extra-terrestrial Relays, escrito en el que “Clarke establece los fundamentos de los satélites artificiales en órbita geoestacionaria”.
Fue reconocido por este trabajo, considerado uno de los más importantes aportes científicos del siglo XX, y una órbita satelital lleva su nombre: Órbita de Clarke.
A. C. Clarke estudió matemática y física en el King’s College de Londres, participó activamente en la Sociedad Interplanetaria Británica y en 1957, año del lanzamiento del Suptnik I por parte de la URSS, fue miembro asistente al VIII Congreso Internacional de Astronáutica.
Alcanzó fama en el mundo durante la década de 1960 como comentarista televisivo de las misiones Apolo de la Nasa y a través de series de televisión en las que explicaba para el gran público el carácter de las actividades interespaciales.
En su libro Perfiles del futuro, publicado en 1962, explicó las llamadas “leyes de Clarke”, la más conocida de las cuales afirma que “toda tecnología lo suficientemente avanzada es indistinguible de la magia”.
Clarke en la ciencia ficción
El primer cuento de ciencia ficción publicado por Clarke fue Partida de rescate, que apareció en el número de mayo de 1946 de Astounding y fue el punto de partida de su brillante carrera literaria. Le siguió El Centinela (The Sentinel), escrito en 1948 para un concurso de la BBC, que sirvió de base para su novela 2001: una odisea espacial (1968) y para la película del mismo nombre del director Stanley Kubrick.
Según se reseña, “pueden diferenciarse claramente tres etapas en la producción de Arthur Clarke: 1) las novelas utópico/humanistas de los años 50, principalmente El fin de la infancia, La ciudad y las estrellas y la propia 2001: una odisea espacial; 2) la rigurosidad científica de los años 70, por la que será incluido entre los autores de ciencia ficción dura, con obras como Cita con Rama y sobre todo Fuentes del paraíso, y 3) una última etapa a finales de los 80 y en los 90, donde Clarke comparte la coautoría de sus principales títulos, cerrando grandes sagas (Rama y 2001), y viéndose un perfil claramente político/social como en Factor detonante o Sismo grado 10, sin perder el carácter de obra de ciencia ficción”.
“En el cuarteto de las Odiseas –agrega el comentarista– llama a la cultura superior «los primogénitos», labradores en el campo de las estrellas, que dejaron su huella en nuestro sistema solar en forma de monolitos como el que se observa en el filme de Stanley Kubrick”.
Como divulgador científico, por otra parte, Clarke ha sido siempre comparado por su claridad y amenidad con otro coetáneo: Isaac Asimov.
Frases mordaces
La ironía fue uno de los rasgos que caracterizaron la trayectoria de Clarke. Se puede ver, si no, algunas de las frases que legó:
“Estoy seguro de que el universo está lleno de vida inteligente. Simplemente ha sido demasiado inteligente como para venir aquí”.
“La tragedia más grande de toda la historia de la humanidad probablemente sea el secuestro de la moral por parte de la religión”.
“Cuando un científico distinguido pero de edad avanzada afirma que algo es posible, casi con toda seguridad está en lo cierto. Cuando afirma que algo es imposible, muy probablemente se equivoca”.
“La única manera de descubrir los límites de lo posible es aventurarse un poco más allá de dichos límites, en lo imposible”.
Su legado
Arthur C. Clarke murió en Colombo, Sri Lanka, a los 90 años el 19 de marzo de 2008 legando una multiplicidad de relatos en los que la historia, la filosofía y la antropología se entrecruzan con las disciplinas que posibilitan las odiseas espaciales.
Se trata de una cuestión que merece una reflexión profunda acerca de la finitud en la inmensidad del Universo y por supuesto en el planeta Gaia.