Por Carlos Solero
La noticia acerca de la recuperación de identidad por parte del nieto de la Sra. Estela de Carlotto, Presidenta de las Abuelas de Plaza de Mayo, es una muestra evidente de que la persistencia de las luchas sociales tiene sentido. Aun cuando desde hace décadas desde los sectores de poder económico, político, eclesial y militar se hayan empecinado en sembrar el desánimo, la apatía, la resignación, el egoísmo y la indolencia.
Los crímenes de lesa humanidad perpetrados por la dictadura cívico-militar (1976-1983) y las políticas de impunidad de los gobiernos constitucionales con sus leyes de Obediencia Debida, Punto Final, Indultos, etc., no pudieron doblegar la férrea voluntad en la búsqueda de los detenidos-desaparecidos.
Los diversos planes de control social y disciplinamiento no pueden acallar los reclamos populares como en el presente la lucha por la libertad de los trabajadores petroleros condenados en Las Heras a prisión perpetua.
Vale en esta circunstancia recordar las palabras del poeta y dramaturgo Bertolt Brecht: “No acepten lo habitual como una cosa natural, pues en tiempos de confusión organizada y de arbitrariedad consciente, de humanidad deshumanizada, nada debe ser natural, nada debe ser imposible de cambiar.”
Un mensaje que mantiene vigencia y debe alentarnos a persistir en la brega cotidiana por transformar las estructuras establecidas hacia una sociedad sin injusticias sociales.