Por Carlos Solero
James Graham Ballard, un hacedor de mundos en las letras con los pies en el presente que nos acecha.
Para J. G. Ballard, los cuentos y novelas de ficción han sido recursos para reflexionar sobre el mundo contemporáneo.
Sus relatos se sitúan en diversos territorios a veces visibles y detectables como ciertas regiones del continente africano o bien en las ciudades modernas plagadas de autopistas y vértigo, de abundancia, de fetiches mercancías y de las desventuras y dilemas que suele deparar la innovación tecnológica.
Los primeros años
James Graham Ballard nació el 18 de noviembre de 1930 en Shangai (China).
Sus padres eran ingleses y durante la Segunda Guerra Mundial (1939-1945) el adolescente padeció el encierro junto a sus familiares en un campo de concentración de los japoneses.
Esta terrible y temprana experiencia la reflejó en las páginas de su libro El imperio del sol y el testimonio, transformado en guión, fue llevado al cine por el director Steven Spielberg.
En el año 1946, J. B. Ballard se trasladó con su familia a Inglaterra, donde se inscribió y cursó la carrera de medicina en la Universidad de Cambridge, aunque pronto abandonó sus estudios formales para trabajar como redactor de un periódico orientado a las cuestiones técnicas, desempeñándose también como portero del Covent Garden. Luego viajó a Canadá para incorporarse a la RAF como piloto.
Obtenida su licencia, dedicaría su existencia por entero a la escritura.
Obra literaria
Los primeros relatos de Ballard son del año 1956 y en la década de los años 60 se convirtió en uno de los referentes de la nueva oleada de escritores de ciencia ficción británicos.
Como señalan sus comentaristas, “la literatura de James Graham Ballard desarrolla y analiza las problemáticas principales del siglo XX, como por ejemplo las catástrofes medioambientales y los efectos producidos por la evolución tecnológica sobre los seres humanos y sus interacciones sociales”.
En su novela iniciática El mundo sumergido (1962), Ballard despliega su imaginación exhibiendo las consecuencias del calentamiento global planetario, con el derretimiento de los casquetes polares. Una de las reflexiones contenidas en el libro expresa algo inquietante: “Casi todos nosotros hemos tenido la experiencia de deja vu, de haber visto antes todo esto, en verdad, de recordar demasiado bien estos pantanos y lagunas. Los recuerdos biológicos son casi siempre desagradables, ecos de peligros y terrores. Nada dura tanto como el miedo. En toda la naturaleza ves ahora ejemplos de mecanismos liberadores innatos, que han estado dormidos durante miles de generaciones pero que conservan todo su poder. El ejemplo clásico es el miedo atávico que siente el ratón de campo por el gavilán: basta mostrarle una figura de papel para que se precipite a esconderse. ¿Y de qué otro modo puedes explicar la repugnancia universal y completamente injustificada que inspiran las arañas, aunque sólo una especie pica a sus victimas? ¿Y el odio que sentimos por las serpientes y reptiles, también sorprendente pues estos animales no son muy comunes? Sólo porque todos llevamos en nosotros mismos un recuerdo oculto del tiempo en que las picaduras de arañas gigantes eran mortales y los reptiles dominaban el planeta”.
En 1962 aparece El viento de ninguna parte, en 1965, La sequía y en 1966, El mundo de cristal, relato que se desarrolla en un área de bosques del oste de África que se cristalizan literalmente por una glaciación.
En el año 1973 Ballard publicó Crash, donde pone en correlación el deseo sexual híper estimulado y los automóviles. Cuando en 1996 el director cinematográfico David Cronenberg llevó este argumento al cine, la censura se abatió contra ellos.
Luego J. G. Ballard publicó libros tan singulares como La isla de cemento (1974), Rascacielos (1975), Compañía de sueños ilimitada (1979) y Hola América (1981).
En 1987 se publicó El día de la Creación, otra novela de Ballard ambientada en el norte de África.
Allí el autor describe el periplo de un investigador científico en busca del cauce de un río devorado por el desierto y los conflictos bélicos interétnicos, azuzados por las potencias económicas y militares de Occidente.
En el año 1988 vio la luz Desbocado; en 1991 apareció la novela La ciudad de las mujeres.
Le siguieron novelas como Fuga al paraíso (1994), una narración de tono apocalíptico que se desarrolla en un atolón del océano Pacífico.
En 1996 se publicaron reunidos una serie de ensayos y reseñas bajo el título de Guía del milenio para el usuario y en el mítico año 2000 Super-Cannes, una reelaboración en tono de novela negra que tiene como ambiente la Costa del Sol mediterránea en plena decadencia.
El legado
James Graham Ballard murió en la ciudad de Londres el 19 de abril de 2009. Muchas veces controvertida, su literatura con sus distopías es una excelente herramienta para reflexionar sobre el presente que nos acecha con guerras, hambrunas y los festivales de creación multimediática que no logran ocultar las flagrantes contradicciones de las alienantes sociedades que habitamos.
Deseamos compartir un pensamiento de J. B. Ballard que nos deja algunas ideas-fuerza para continuar meditando: “Creo en el poder de la imaginación para rehacer el mundo, liberar la verdad que hay en nosotros, alejar la noche, trascender la muerte, encantar las autopistas, congraciarnos con los pájaros y asegurarnos los secretos de los locos”.