Dos modelos para comparar

Por José Luis Parra
El nordeste argentino continúa sufriendo las inundaciones. La crecida de los ríos Uruguay, Paraguay, Iguazú y Paraná (27 de junio) produjo nuevamente miles de evacuaciones.
Andresito sufrió una terrible inundación. Cerca de 200 familias fueron evacuadas, tituló el periódico (on-line) Stop en línea de Misiones el 30 de abril de este año. Ampliando que “por la gran lluvia que cayó en las últimas horas, gran parte de Colonia Andresito quedó bajo agua. En algunos locales comerciales del centro el agua llegó a un metro de altura. Se desbordaron varios arroyos” -1-.



Inundaciones Andresito

 

En el periódico “Misiones on line” encontramos una crónica esclarecedora:
“Desde hace varios años Andresito viene sorteando la necesidad de viviendas para satisfacer la demanda de la inmigración que se produce principalmente por la producción de yerba en la zona rural, como también por los beneficios de trabajar en zonas llamadas desfavorables en algunos oficios.
Los trabajadores llamados “golondrinas” llegan a Andresito de la mano de los cuadrilleros para realizar la cosecha de yerba y al finalizar la zafra se quedan a la deriva en un pueblo que les ofrece el trabajo para sostener a sus familias pero sin la posibilidad de la vivienda propia debido a su precaria economía.
La solución que encuentran estos pobladores es afincarse en los espacios verdes, en las márgenes de los arroyos, donde pueden construir viviendas de acuerdo a sus condiciones y asentarse con sus familias, trayendo a parientes y amigos a poblar estos lugares.
Por lo que estos terrenos están poblados por una mezcla de hombres y mujeres que confluyen fusionando acentos de sus países de origen (Brasil o Paraguay) como con los que sin encontrar un espacio en otras ciudades de la provincia encuentran esta posibilidad de una nueva vida en Andresito.
Al no contar los arroyos con sus espacios de protección, con costas erosionadas, sin árboles ni malezas a los costados, ante las lluvias toman por su cuenta las costas llevándose todo a su paso. Todo implica: casas, personas, bienes, vehículos, letrinas y su contenido, desparramando por doquier los restos de su furia. El hecho de que el pico de la crecida se produjera de día permitió la evacuación de las familias y evitó tragedias mayores, logrando rescatar a los niños, a los abuelos, y permitiendo incluso que muchos se fueran por su propia cuenta antes de que les alcanzara el agua” -2-.

 

Inundaciones

A principios de junio, el caudal del río Iguazú aumentó 30 veces, por lo que las autoridades del Parque Nacional Iguazú dispusieron el cierre de todos los circuitos del área turística (las Cataratas).
Oficialmente se informó que “El aumento del caudal de agua se debe a que en algunas zonas de las altas cuencas de Brasil se registraron intensas lluvias que superaron los 300 milímetros. -3-

Varias provincias debieron declarar el estado de emergencia a la espera de la consecuente crecida del río Paraná.
Pero no sólo en Argentina se sufren las consecuencias de las crecidas de los ríos. En junio, los periódicos de Paraguay daban cuenta de 500.000 damnificados por las inundaciones en ese país. La Secretaria de Emergencia Nacional (SEN) de Paraguay informó entonces que había destinado la suma de 354.000 dólares para asisitir a los afectados.
El periódico Abc color señaló: “Un sombrío panorama se presenta este año tanto para los ganaderos como para los labriegos de Ñeembucú por las crecidas de los ríos Paraguay y Paraná. Todas las poblaciones ribereñas están inundadas y los rubros de consumo como maíz, poroto, mandioca, batata, fueron arrasadas por las aguas y las torrenciales lluvias -4-.

Nuevamente nos acordamos del agua cuando ésta ha superado los niveles de las poblaciones asentadas en sus márgenes.
Sin pudor alguno, los funcionarios de nuestros países coinciden una vez más al señalar responsabilidades: se trata de lo imprevisible de la acción de la naturaleza, que las lluvias han superado los niveles normales, etc.
Sin embargo, la acción antrópica viene modificando la naturaleza con consecuencias catastróficas. En este sentido, la responsabilidad de nuestros gobiernos es absoluta. Con acciones u omisiones colaboran con la tala indiscriminada de la selva produciendo erosión, desertificación y el consiguiente cambio climático. Al mismo tiempo, la falta de árboles acelera el escurrimiento de enormes caudales de agua hacia las cuencas fluviales.

Así lo ha señalado un estudio de Greenpeace Argentina que afirma que “la inusual crecida de los ríos Iguazú y Paraná se debe principalmente a la alarmante deforestación que sufrió la Selva Paranaense o Selva Misionera, donde en Brasil y Paraguay fue prácticamente destruida, lo que no permitió absorber el enorme caudal de agua.
La situación actual de la Selva Paranaense o Selva Misionera es realmente crítica: sólo queda un 7% de su superficie original. Mientras que en Paraguay y Brasil ha sido prácticamente destruida, la mayor parte remanente se encuentra en nuestro país (Argentina), donde ha ido disminuyendo desde una superficie inicial de más de 2 millones de hectáreas hasta tan solo unas 40.000 hectáreas de selvas prístinas y alrededor de 800.000 hectáreas de selvas secundarias en la actualidad.
Según datos oficiales, entre 1998 y 2007 en Misiones se deforestaron 144.153 hectáreas. Mientras que desde la sanción de la Ley de Bosques (2008) hasta mediados de 2011 el promedio anual de deforestación disminuyó en un 50%. Sin embargo, se desmontaron 21.406 hectáreas, de las cuales 3.630 hectáreas se trataban de bosques protegidos por la normativa. -5-

Cristina Bedold complementa esta referncia, señalando que: “actualmente el gobierno federal de Brasil, así como el estadual de Paraná (estado al que pertenece la mayor parte de la región), a instancias del empesariado que nuclea a los pooles de siembra y las corporaciones transnacionales que comercializan semillas transgénicas y agrotóxicos, están empecinados en eliminar esos escasos remanentes de bosques tropicales que aún quedan, para ello proyectan licitar y autorizar la tala de esas masas boscosas relictuales, liberando de esta manera el suelo para optimizar el rendimiento de la soja.
La eliminación sistemática lisa y llana de esta abundante cobertura vegetal no es gratis: la foresta antiguamente retenía las abundantes precipitaciones que normalmente se registran en la zona (entre 2.000 y 3.000 milímetros anuales), haciendo las veces de esponja que retiene y dosifica lentamente el escurrimiento del agua. Su eliminación implica que el suelo, que en ese medio natural es frágil, queda expuesto a un severo proceso erosivo (especialmente en la época de máximas precipitaciones que resulta coincidente con el levantamiento de las cosechas), comenzando con el golpeteo de la lluvia en el suelo desnudo y siguiendo con el intenso escurrimiento, que se acelera al no haber árboles nativos que retengan el agua u obstaculicen el drenaje, y por lo tanto, con la conformación de correntadas, sumada a la propia ausencia de árboles que lo retengan, el suelo es rápidamente lavado. -6-

La construcción de represas sin previsiones o estudios de impacto ambiental es otra de las causas en la generación de otros tantos perjuicios, tanto para el cambio en los regímenes fluviales como en el equilibrio de la flora y fauna.
Bedold también se refirió a esta problemática al afirmar que “Los impactos ambientales negativos de las represas, especialmente las de gran magnitud que se localizan en zonas tropicales, son de una variedad y dimensión muy importantes. Incluyen la alteración del paisaje, de los regímenes de los ríos, la desaparición de la ictiofauna y la fauna ribereña, y la pérdida de la cobertura vegetal, (que en el caso de los bosques, pueden contaminar el agua con la materia en putrefacción, si los árboles no son cortados y retirados en su totalidad antes de llenar los embalses). También se incrementa la proliferación de enfermedades, cuyos vectores se desarrollan en ambientes lénticos (mosquitos, caracoles, parásitos, coliformes, etc.), este impacto es particularmente evidente en las represas de las regiones tropicales, que al estar estancadas o fluir lentamente, son propensas a eutroficarse. -7-

Cabe recordar que Brasil cuanta ya con cinco represas a lo largo del río Iguazú y actualmente se encuentra construyendo una sexta (Baixo Iguaçu, en la región de Capanema), desoyendo el reclamo realizado por el Comité de Patrimonio Mundial de la Unesco que advirtió acerca del riesgo de la construcción de la central hidroeléctrica ubicada sólo a 70 kilómetros de las Cataratas -declarada patrimonio de la Humanidad- y a tan solo 500 metros del inicio del parque brasileño.
Como para darle la razón al organismo internacional y los grupos ecologistas, la crecida del río Iguazú arrasó con las obras. La red O Globo informó que “el diluvio inundó la construcción de la represa del Baixo Iguaçu, en la región de Capanema, y arrastró maquinarias dentro del Parque Nacional Iguazú”.

 

Una comparación necesaria
Hace más de 5.000 años, los sumerios (pueblo proveniente del desierto) se asentaron en las zonas inundables de la Mesopotamia asiática. Prefirieron la bendición del agua -a pesar de los pantanos- a deambular por el desierto. Construyeron diques y diseñaron un sistema de canales para escurrir el agua y desarrollaron una civilización que generó -entre otras cosas- la escritura.

La cultura de Tiahuanaco se desarrolló hace miles de años en el desierto del Altiplano (actual territorio boliviano), enclavado en la cordillera de los Andes. Allí se cree que se dio por primera vez el cultivo de la papa.
El sistema de riego (camellones, andenerías y campos de cultivo) no sólo proveía el agua a los cultivos sino que lograba mantener la humedad al desarrollar un verdadero microclima.
El área modificada por el ser humano cubre una superficie de 82.000 hectáreas alrededor del lago Titicaca y señala que podía servir de sustento a miles de habitantes.

Clark L. Erickson, de la Universidad de Pensilvania (EE.UU.) estudió este sistema de camellones. En su trabajo “Los camellones y chinampas tropicales” afirma que “Por mucho tiempo los trópicos húmedos han sido considerados lugares estériles e inapropiados para realizar un desarrollo agrícola intensivo. A pesar de las limitaciones, los antiguos habitantes de las selvas tropicales húmedas de Sudamérica usaron muchas técnicas con éxito, algunas de las cuales todavía son usadas por las comunidades indígenas. Una forma de tecnología agrícola intensiva, los camellones o campos elevados, fue ampliamente utilizada durante el período prehispánico. Los restos erosionados de estos campos y los trabajos impresionantes de ingeniería para control hidráulico se encuentran por toda el área conocida como los Llanos de Mojos en el departamento del Beni en Bolivia (Denevan, 1980; Erickson, 1980; Erickson et al., -1991).
Existe sólida evidencia de que estos sistemas agrícolas intensivos hicieron posible el mantenimiento por algunos miles de años de poblaciones densas y bien organizadas (Denevan, 1980; Erickson et al., 1991). Se presenta la hipótesis de que estos sistemas fueron altamente productivos y bien adaptados al medio ambiente tropical húmedo. La tecnología fue abandonada probablemente cuando el área fue despoblada al ocurrir el contacto
con los españoles. En la actualidad estas tierras son poco utilizadas y sustentan únicamente a una pequeña población de ganaderos y
agricultores -8-“.

La comparación es suficientemente clara. El modelo productivo desarrollado en la antigüedad, especialmente en la América prehispánica, resultó exitoso para satisfacer las necesidades de comunidades populosas sin resentir el ambiente. La propiedad comunal de los recursos naturales y la socialización de los avances tecnológicos sustentaron el desarrollo cultural.
La conquista y colonización destruyeron los sistemas autóctonos e impusieron el modelo desigual de intercambio que generó nuestro subdesarrollo y actual situación de inferioridad.
Miles de años de experiencia y un notable grado de avance tecnológico nos permiten hacer esa simple comparación.
Podemos entonces afirmar que la adscripción al orden capitalista continúa produciendo subdesarrollo, inequidad, desnutrición y muerte, destrucción ambiental, pobreza, sometimiento y esclavitud.

Referencias
-1- Periódico Stop en línea: http://www.stopenlinea.com.ar/ver-nota.php?ati=14682
-2- Periódico Misiones on line: http://ww.w.votocataratas.com/noticias/index?dia=01&mes=05&anio=2014&permalink=tremenda-inundaci-n-afect-a-andresito-hay-cientos-de-evacuados
-3- Periódio El Tribuno, en: http://www.eltribuno.info/jujuy/413362-Record-historico-de-caudal-de-agua-en-las-Cataratas-del-Iguazu.note.aspx
-4- Periódico abc color (27/06/2014), en http://www.abc.com.py/nacionales/millonarias-perdidas-para-el-sector-productivo-de-neembucu-1260205.html
-5- Informe Greenpeace: http://www.greenpeace.org/argentina/es/noticias/Greenpeace-La-deforestacion-es-la-principal-causa-de-las-crecidas-de-los-rios-Iguazu-y-Parana/
-6- Bedold, Cristina. “Río Iguazú, una catástrofe ecológica”, en: http://elparanaense.com.ar/rio-iguazu-una-catastrofe-ecologica/
-7- Ibídem
-8- Clark L. Erickson, “Los camellones y chinampas tropicales”. Ediciones de la Universidad Autónoma de Yucatán, Mérida,Yucatán,México, 1999

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