Por Carlos Solero
Walter Benjamin es uno de los pensadores contemporáneos más originales e importantes. Su obra deliberadamente fragmentaria hace uso del ensayo, los relatos breves y hasta de los aforismos para dar cuenta de las contradicciones de las sociedades modernas. También de la filosofía, la crítica del arte y los diversos modos que adquieren las dimensiones de la alienación social.
Sus lúcidos análisis sobre la historia, la impugnación de los regímenes totalitarios y las posibilidades de transformación son aún una estimulante fuente de inspiración para avanzar en las sendas de una reflexión para la acción y una praxis solidaria que subvierta las condiciones de explotación y dominación.
Esbozo biográfico
Walter Benjamin nació en Berlín (Alemania) el 15 de julio de 1892, hijo de una acaudalada familia judía. Su padre era anticuario y marchant de arte.
A partir de 1902 realizó sus estudios secundarios en el instituto Friedrich Wilhem de la capital germana.
En el año 1912 escribió sobre diversas cuestiones pedagógicas una serie de artículos que fueron publicados en la revista Der Anfang. Fue en esta etapa cuando comenzó a estudiar filosofía en la Universidad de Friburgo.
En 1913 realizó su primer viaje a París, ciudad que frecuentaría en múltiples ocasiones y sobre la que legó escritos memorables.
En el año1914 Bejamin presidió la Asociación de Estudiantes Libres de Berlín, agrupación claramente enfrentada con el nacionalismo alemán y su talante belicista. En 1915 continuó con los estudios de filosofía en la Universidad de Munich y ese año trabó amistad con Gershon Scholem y Theodor W. Adorno, quienes editarían póstumamente gran parte de su obra.
Obtuvo en 1917 la licenciatura en filosofía en Berna (Suiza), con una tesis sobre El concepto de la crítica de arte en el Romanticismo Alemán, y en el año 1918 inició su amistad con Ernst Bloch, con quien mantuvo a partir de entonces un fructífero intercambio.
Entre 1926 y 1927 viajó a la Unión de República Socialistas Soviéticas, y de resultas de esa experiencia sostendría de allí en más una postura crítica de estalinismo. Este último año tradujo a Marcel Proust.
En 1930 tradujo a Bertolt Brecht, Franz Kafka, Paul Valéry, André Gide y Karl Krauss.
A raíz del ascenso al poder en Alemania del régimen nazi encabezado por Adolf Hitler decidió entonces exiliarse en París y comenzó un itinerario por diversos lugares como Dinamarca, Italia, Ibiza y Francia.
Finalmente, acosado por los esbirros policiales del sanguinario régimen del dictador hispano Francisco Franco, Walter Benjamin se quitó la vida en Port Bou la noche del 26 de setiembre de 1940.
Pueden mencionarse entre sus obras Baudelaire, Ensayos escogidos, Discursos Interrumpidos I: filosofía del arte y de la historia, Iluminaciones I, II, III, infancia berlinesa, El Narrador.
Benjamin y la pedagogía
En Walter Benjamin, como en todo pensador verdaderamente revolucionario, encontramos una crítica de la educación burguesa. Esta crítica es una impugnación total a la sociedad capitalista, a su sistemática violencia estatal, por lo tanto al militarismo, garante de la explotación.
Esos principios burgueses camuflan la escisión entre trabajo material e intelectual, propia del sistema capitalista, es decir el ocultamiento de la enajenación de los medios de producción de modo violento por parte de una minoría dominante sobre la mayoría productora. El proceso de alienación en el trabajo, la fetichización de las mercancías y en definitiva el sometimiento de las clases oprimidas y explotadas en el capitalismo.
Benjamin reivindica una educación integral politécnica y no monotécnica, que permita a las personas comprender el universo, la realidad concreta, la dialéctica de la naturaleza y de la sociedad, las contradicciones, los procesos de estancamiento y reacción y los de cambio.
Cambio social que sólo surgirá del protagonismo activo de las clases oprimidas, autoorganizadas, que busquen abolir la explotación y la dominación. Al respecto afirmaba: “La esperanza nos viene aún de los sin esperanza”. Se refería a los resistentes al nazismo y el fascismo.
A partir de la crítica dialéctica de la realidad social Benjamin elabora una filosofía de la praxis. Reflexión teórica y acción. Una pedagogía de la pregunta orientada hacia la autonomía contrapuesta al adoctrinamiento, de la domesticación. Una pedagogía de la libertad colectiva fundada en una praxis del socialismo libertario.
Pensar sin red
Theodor W. Adorno, filósofo impulsor de la Teoría Crítica de la Escuela de Frankfurt, afirmaba la necesidad de pensar sin ataduras, filosofar sin red. Esto implica pleno compromiso y asumir la responsabilidad de todo ser humano de actuar consciente y lúcidamente. Implica que convivir en sociedad no es ser cómplice objetivo de los poderosos y dogmáticos. Implica rasgar los velos de las imposturas y la hipocresía. Así lo hizo Walter Benjamin a lo largo de su vida
Esta actitud obliga a asumir el riesgo de vivir en la brega permanente de cuestionar lo establecido por la sistemática violencia de los que manipulan los mecanismos del poder y la dominación.
Obliga a ser un activista intelectual, un protagonista del presente, en la proyección hacia un devenir histórico diverso. Ser consciente como plantea Albert Camus del absurdo de nuestras existencias y de lo que implica enfrentarse a las mistificaciones y las mitificaciones, coartadas con las que de continuo marcan áreas para encorsetar el conflicto social y domesticar la insumisión latente y la concreta.
Ante el panorama que nos rodea, que torna en espectáculo hasta las carnicerías más atroces como las guerras de alta y baja intensidad, las invasiones imperiales, la cotidiana expoliación de pueblos, la devastación de territorios; con los mass-media banalizándolo todo, es preciso asumir con coraje este aserto, actuar sin certidumbres absolutas pero con firmes convicciones en pro de la emancipación humana.
¿Por qué evocar a Benjamin en estos días? Este señalamiento de uno de sus comentaristas, Has Romberg, puede brindar una aproximación a este interrogante: “Walter Benjamin es ciertamente un pensador inclasificable, y su heterodoxia despierta el estupor de muchos de los que se acercan a su pensamiento pues no aparece en éste ningún amarre seguro, ningún aparato conceptual que pueda asirse cómodamente. Esto, desde luego, está en relación con la propia personalidad de Benjamin, que presenta un punto de aparente dispersión engañoso para más de uno”.