Cómplices por indiferencia

Por Carlos Solero
En esta latitud del mundo sabemos bien lo que significan los cómplices por indiferencia. Mientras se perpetraba el genocidio de la dictadura cívico-militar, circulaba el nefasto latiguillo “algo habrán hecho”. Y por cierto, cientos y miles de luchadores en todo el territorio algo hacían: organizar ligas agrarias de campesinos pobres enfrentando a los latifundistas, llevar adelante labores de alfabetización con métodos de pedagogía libertaria; en síntesis, forjar las herramientas de la emancipación integral procurando romper el círculo de la opresión, la dominación y la miseria.

En el presente, instaurados como están ciertos dispositivos que trastornan la subjetividad desarrollando el individualismo egotista, es preciso recomponer una trama de solidaridades para resistir la devastación psicosocial.
En Turquía. a miles de kilómetros de aquí, en Estambul la antigua Bizancio, cargada de leyendas exóticas y muchas veces siniestras, las multitudes ganaron las calles para expresar su malestar y su hartazgo. El despótico régimen responde con una feroz represión a los reclamos populares que ya llevan varias jornadas.
Esta nefasta actitud gubernamental brutal no hace sino atizar el fuego del descontento de los de abajo.
Es el mismo gobierno que continúa negando el genocidio perpetrado en el pasado siglo XX contra el pueblo Armenio y en las últimas décadas contra el pueblo Kurdo.
En este presente de agitación vale recordar estos versos del poeta turco Nazim Hikmet que mantienen vigor y son todo un manifiesto a favor de la vida:

POSIBLEMENTE YO
“Posiblemente yo
mucho antes de aquel día
balanceándose mi sombra en un puente,
la abandone sobre el asfalto,
en un amanecer cualquiera.

Posiblemente yo
mucho después de aquel día,
esté vivo con señales de una barba blanca apareciendo en mi barbilla afeitada.
Y yo, mucho después de aquel día:
si vivo todavía me apoyaré contra las paredes de cada esquina de las plazas de la ciudad
y tocaré el violín en las noches de fiesta para los viejos que permanezcan vivos
como yo después de la última batalla.

En los alrededores los pavimentos iluminados de una noche perfecta…
y los pasos
de las gentes nuevas que cantan nuevas canciones.”

No permitamos que en ninguna latitud triunfe el consenso por apatía, que la solidaridad viva, arda como una llama incandescente.

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