El escritor Kenzaburo Oé continúa diciendo presente

Por Carlos Solero
Galardonado con el Premio Nobel de literatura en 1994, su obra es un verdadero alegato contra las imposturas que pretenden ocultar la discriminación y estigmatización de las personas con capacidades diferentes.
En el mundo contemporáneo parece no haber demasiado espacio para los seres sensibles, la ideología vigente por imperio de las elites dominantes difunde principios de pragmatismo, “sálvese quien pueda”, “consígalo todo ya”, “hacé la tuya”, “estás primero”, “sos único”, y muchos otros slogans cargados de falacias. Todos estos mensajes que aparecen como publicidad pero que en sí son propaganda de una ideología orientada al paroxismo consumista que sólo busca colocar las mercancías que el capitalismo global produce a cada minuto.

Este fenómeno ya lo explicaron sociólogos como Georg Simmel en su ensayo sobre la moda, y filósofos de la Teoría Crítica de la Escuela de Frankfurt como Theodor W. Adorno, analizando la industria cultural en las sociedades de masas. También Herbert Marcuse, en múltiples estudios acerca de las nuevas formas que adquiere la alienación social por ejemplo en su libro de 1964 El hombre unidimensional.
La obra literaria del escritor contemporáneo japonés Kenzaburo Oé (1935), galardonado con el Premio Nobel de literatura en 1994, es un verdadero alegato contra las imposturas que pretenden ocultar la discriminación  y estigmatización de las personas con capacidades diferentes y el espíritu nacionalista, militarista soterrado, pero persistente en su país.
Oé es a su modo un exponente incómodo y nada complaciente con los valores imperantes en la cultura establecida de su propia sociedad. Los sectores que ejercen el poder allí lo estigmatizan, lo repudian por sus posiciones antibelicistas y hasta fue sometido a comparecer en los estrados judiciales por sus denuncias respecto de hechos acontecidos en Japón durante la Segunda Guerra Mundial (1939-1945). El proceso judicial sirvió para que Oé expusiera sus argumentos humanistas y evidenció que el ideario del expansionismo imperial japonés que llevó a la población de ese país al desastre existe y persiste.
Kenzaburo Oé nació el 31 de enero de 1935 en la localidad de Ose, que en la actualidad forma parte del pueblo de Uchiko. Allí transcurrieron su infancia y adolescencia. En 1954 inicia en Tokio sus estudios de Filosofía y Letras que finalizó en 1958, orientándose principalmente hacia la literatura.
La presa, su primera novela publicada en 1957 recibió en 1958 el Premio Akutagawa, en ella narra algunas de sus vivencias de infancia a través de una conmovedora historia, la de un prisionero de guerra cuya vida es amenazada cotidianamente por sus captores. Oé toma claro partido por la víctima de las acechanzas y pone al desnudo absurdo y la crueldad que implican las guerras.
En el año 1963 nace el hijo de Kenzaburo Oé, el niño llamado Hikari  que significa luz en idioma japonés, sufre discapacidad por una hidrocefalia que le provoca autismo. Esta desdichada circunstancia en la vida del escritor y de su retoño será a partir de entonces uno de los ejes de su existencia y constituye la trama de sus libros: Una cuestión personal (1964), El grito silencioso (1967), o Dinos cómo sobrevivir a nuestra locura (1969), que abordan en mayor o menor grado el tema del padecimiento de su hijo. También hará mención a este tema en: Despertad, oh jóvenes de la nueva era (1983). En la copiosa bibliografía de Kenzaburo Oé corresponde también mencionar otras obras tales como: Arrancad las semillas, fusilad a los niños (1958), Juegos contemporáneos (1979), A veces el corazón de la tortuga (1982), La torre de tratamiento (1990), Cartas a los años de nostalgia (1997),Un amor especial (Vivir en familia con un hijo disminuido) (1998), Salto mortal (1999), Renacimiento (Torikaeko) (2000) y ¡Adiós, libros míos! (2012).
Kenzaburo Oé proviene de una singular cultura como lo es la japonesa, en la que el culto a las tradiciones y a las jerarquías persiste a pesar de las transformaciones operadas en ese país desde la Dinastía Meiji, pero su obra literaria y sus acciones públicas están marcadas por acontecimientos insoslayables: la tragedia de la Segunda Guerra Mundial y sus efectos en Japón, las bombas atómicas lanzadas por el Estado norteamericano sobre las ciudades de Hiroshima y Nagasaki en 1945 sobre población civil indefensa y las secuelas espeluznantes  presentes aún en la vida de los sobrevivientes de estos arteros ataques.
Las páginas de los libros de Oé transgreden lo establecido en la historia oficial del imperio de sol naciente y otorgan voz a los  ignorados por los poderosos, a los humillados y ofendidos. Estos relatos ponen en cuestión el fanatismo nacionalista nipón,  su carga de militarismo  expansionista con vocación imperial. Kenzaburo proclama desde su narrativa valores humanistas que desmontan la impostura, leer El grito silencioso es una experiencia que nos interpela de modo perenne, nos interna en un ámbito que pone al desnudo la violencia simbólica que se ejerce en nombre de la “normalidad” estigmatizando a los débiles y que arrasa con la subjetividad de los seres humanos cosificándola.
El sábado 9 de marzo de 2013, Kenzaburo Oé encabezó en la ciudad de Tokio una protesta contra el uso de la energía atómica en Japón que reunió a más de quince mil personas al cumplirse dos años de la catástrofe nuclear de la planta de Fukushima.
Kenzaburo Oé continúa siendo una de las conciencias críticas de nuestro presente y no sólo a través de sus libros, sino en acciones concretas colectivas y solidarias.

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