Por Carlos Solero
Mientras con total complacencia en la década del 90 del pasado siglo XX en Latinoamérica las élites políticas y empresariales llevaban adelante las nefastas prácticas del neoliberalismo capitalista en la jornada del 1º de enero de 1994 arribaron a San Cristóbal de Las Casas (México) una multitud de mujeres y hombres embozados. Los miembros de Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) lanzaron su proclama rebelde contra la opresión del sistema depredador de la vida en todas sus manifestaciones, los Guerreros del Arcos Iris emergieron luego de años de organización asamblearia llegando desde la selva Lacandona, estado de Chiapas.
Este acontecimiento excepcional tiene una multiplicidad de significados, pero uno de los más relevantes fue romper con la univocidad de alabanzas al capitalismo, el patriarcalismo y la hegemonía ideológica de los mercaderes, banqueros e intermediarios de la política: los tecnoburócratas, para interpelar las conciencias de todos los habitantes del planeta, aquellas y aquellos a quienes siempre se les pisoteó y ninguneó, sometiéndolos a la explotación y el escarnio, salieron a escena para desmentir aquella falacia del profeta post moderno Fukuyama acerca del “fin de la historia”, un argumento con marcas hegelianas, pero sin la potencia ni consistencia retórica del filósofo alemán de la dialéctica de lo absoluto.
La primera declaración de la selva Lacandona denuncia la conquista y colonización etnocida de más de cinco siglos y puso en evidencia las intenciones manifiestas e implícitas en el tratado de Libre Comercio para América del Norte (Nafta por sus siglas en inglés), que involucra a los Estados de México, Canadá y Estados Unidos de Norteamérica. Se invocan allí las luchas ancestrales, incluyendo la gesta de los anarquistas de Ricardo Flores Magón, y los hitos de las contiendas campesinas de Emiliano Zapata. Se señala la traición maderista y del PRI a la revolución mexicana de 1910, se ponen en cuestión las premisas y valores de dominación y explotación.
Esta proclama y los sucesivos comunicados evidencian paradojas tales como la de tener que embozarse para hacerse visible y la vocación de un ejército de combatientes que lucha con la fuerza de los hechos, acciones colectivas y solidarias, más que con la fuerza de las armas.
Asambleas públicas multitudinarias, largas marchas por poblados de todo México, la experiencia de los municipios autónomos y muchas iniciativas más de educación popular surgieron y se fueron expandiendo.
De pronto tuvieron que escuchar a los que nunca tuvieron la posibilidad de hacer oír sus voces.
El diagnóstico formulado por los zapatistas fue tan certero que los acontecimientos de las últimas décadas les otorgaron razón, la fragmentación de la sociedad, el imperio de la violencia social y el aumento de la pobreza en el estado de Chiapas desde 1994 al presente en un 25%.
Mantiene vigencia también aquella afirmación del subcomandante Marcos diciendo que quien quisiera saber de qué trataba en cualquier territorio se mirara al espejo y podría apreciar las miserias materiales y morales que engendra y multiplica el sistema de capital-mercancía.
Una lucha que no terminó y que a todos nos involucra de algún modo.
Ecos del Imperio del Norte
El discurso del presidente norteamericano Barack Obama, rodeado de símbolos de paz y tolerancia, debe ser leído entre líneas para captar sus claves verdaderas. El simulacro mediático allí montado no puede ocultar la contundencia de los hechos
En este segundo mandato, el Jerarca del Imperio del Norte proclama que retomarán con nuevos bríos el liderazgo mundial. Afirma que ha culminado una década de guerras, pero se prepara con sus armas para continuar la expansión global, y potenciar las campañas en África, donde se libra en sordina una lucha contra China. Reforzando el Africacom y proyectando multiplicar la presencia con bases militares operativas de aviones bombarderos no tripulados.
Por su parte, el secretario de Estado Kerry explicitó la orientación respecto de América latina y puso como modelo la campaña de Colombia, instalación de bases militares y dejando traslucir “la política de la buena vecindad”. Si nos remitimos a los antecedentes históricos, esto implica un remedo de la llamada doctrina Monroe: “América para los americanos”, y por supuesto el big stick (gran garrote). Sonrisas diplomáticas y expansión belicista por todo el orbe.
Además cabe señalar la oleada de tiroteos producidos en lugares públicos con una secuela escalofriante de muertos, en un país en el que el número de armas casi duplica al de habitantes. Situaciones que reflejan la plena vigencia de las políticas económicas y sociales impuestas por los que realmente gobiernan la sociedad: los magnates y banqueros del complejo industrial militar.
Por si fuera poco, como una muestra más del estado de cosas en la potencia imperial el hecho de la muerte violenta del gran francotirador, quien era conocido como “el diablo del desierto”, en Irak se cobró la vida de cincuenta personas, y a quien de nada le valieron sus medallas en el pecho: cayó abatido en un campo de tiro de Texas.
Como señala el filósofo Salvoj Zizek, la recientemente estrenada película La noche más oscura, que da cuenta del operativo de captura de Osama bin Laden, evidencia el vacío moral imperante en el mundo presente, regido por las superpotencias, donde la crueldad se naturaliza.
En efecto, el imperativo para quienes vivenciamos en tiempos sombríos y turbulentos continúa siendo, como dicen los zapatistas, “construir un mundo donde quepan muchos mundos.”
El desafío nos sigue planteado.