[La columna de Martín Yeza – 29/9/07]
“No es su culpa”, “son víctimas del sistema”/”hay que matarlos a todos” “el próximo no la cuenta”.
Existen 3 lineamientos a partir de los cuales se sistematizan o toman partida los aparatos coercitivos del Estado, el Sistema “Preventivo General negativo/positivo”, el “Retribucionista” y el de la “Prevención especial”.
El sistema de la prevención general, se divide en positivo/negativo según la finalidad con la que es tipificado(escrito y descripto en la norma penal). Será negativo, cuando su finalidad sea, que mediante el aumento de la penas, por la pena misma, se intente persuadir al ciudadano(todos los ciudadanos) potencial delincuente de no cometer una acción típica antijurídica y culpable, es decir un delito. El peligro de esta teoría surge a la vista de cualquier observador, el aumento de las penas irracionalmente lleva al terror de Estado. Imagínense si cruzar un semáforo en rojo sin perjuicio de nadie, tuviera el mismo tipo de pena que la Estafa y tuviera que ir preso por ello.
La prevención general positiva lo entiende de una manera distinta. Considera que hay establecer penalidades que puedan ser efectivamente cumplidas, pues esto es más importante aún que el máximo de pena imponible que se le pueda atribuir al sujeto delincuente, pues de esta manera se puede predicar con el ejemplo de “si hacés esto, mirá que pasa esto, eh”.
La prevención especial trata al que ya cometió al delito. Su enfoque está depositado en rehabilitar, reinsertar y resocializar al sujeto que produjo el desequilibrio al orden constituido. Con la información que manejamos a diario, creo que no hace falta que mencione cuál es el problema de esta teoría, aunque por las dudas, lo digo… no existe en la práctica. Al respecto, es ilustrativa una frase de la película “Blow”: “ingresé a la cárcel con una licenciatura en marihuana, y al salir obtuve un máster en cocaína”.
La teoría de la retribución es la mas anticuada de todas, es el “ojo por ojo”, absurdo e inaplicable, ya que el establecimiento de una penalidad varía según la cultura y las costumbres de cada sociedad (En Cuba, la primera parte del código es sobre los delitos contra el Estado; en el código argentino, más liberal, se pone primero a la integridad física e irónicamente, en segundo lugar, a los delitos contra “el honor”). Esta teoría -hoy con los derechos humanos- es inaplicable, aunque puede que tenga matices útiles a fines específicos, que vemos a continuación en la teoría de la unión.
La teoría de la unión reúne una aplicación precisa y exacta para cada lineamiento. Al momento previo del delito operan las dos corrientes de la Teoría de la Prevención General. Al momento de la comisión del delito, opera la retribución, que se evidencia en el juicio y la determinación de la pena más justa. Luego de determinada la pena, opera la prevención especial con sus tres R (rehabilitar, reinsertar, resocializar).
En mi primera clase de sociología, un profesor preguntó si robar un stereo estaba mal, a lo que la mayoría rápidamente respondió, de manera obvia. El profesor, para mi sorpresa, asintió con un gesto de aprobación.
Pregunto, si el Estado regalara stereos, o los stereos fueran gratuitos… ¿eso estaría mal? más bien ¿lo haría?
Todo depende del derecho que el Estado quiera proteger en base al sistema económico que desee encubrir, por ende lo “correcto-incorrecto”, variará según nuestras costumbres.
En este sentido, la mayoría de los delitos en nuestro país y el mundo son en base a la propiedad.
Hurto, robo. Estas dos figuras, las más habituales, se producen a causa de la escasez, que es buscada y ansiada por quien no puede poseerla.
Asesinato, homicidio. Existen distintos móviles (motivos), pero la mayoría se producen en ocasión de un robo, o intento de expropiación.
El “crimen pasional”, Son pocos los casos y los que hay son conocidos públicamente.
Violaciones, abusos. En este sentido, quizás vemos un paréntesis al respecto de la propiedad y podemos entender la represión cultural hacia el sexo, que termina implosionando en diversos sujetos que pueden ser difícilmente detectados, ya que se suele realizar según su denominación, “amistosa” en la jerga jurídica, “a puerta cerrada”.
Los secuestros, extorsiones. Todos ellos piden a cambio, dinero, propiedad, o capacidad para coptar propiedad.
Luego de leer el artículo, sugiero el ejercicio de suponerse en papel de víctima de alguno de estos delitos, ¿cómo se sentiría…?
…”No es su culpa”
…”Son víctimas del sistema”
o
…”Hay que matarlos a todos”
…”Tienen que estar todos presos”
o
…”Algo habrá que cambiar”
Siempre digo que coherente es el que admite su incoherencia. En mi experencia personal, la mayoría de las personas entiende (al respecto del delincuente), que no es su culpa, que son víctimas del sistema, que sin ser extremistas, al punto de querer matar a todos, o meterlos a todos presos, consideran que algo habrá que cambiar pero no saben qué, o sí lo saben…. pero no se animan a decirlo.
Las cosas no están tan bien, pero estamos cómodos, hasta que nos toque.
Aclaro, soy la mayoría, un tipo tolerante, que coherentemente acepta su hipocresía.
Por Martin Yeza