Por Carlos Solero
“Una cosa son las consignas de lucha para transformar la sociedad en un sentido igualitario y otra muy distinta la congregación de rebaños de población armados o no, en torno a publicidades elaboradas en alguna consultora”.
Quizá sea cierto que el futuro nos acecha como un demente armado como una navaja y esto sea algo más que una frase estampada en el comienzo del libro de Edgar Morin “Para salir del siglo XX”. Esta posibilidad no es obstáculo para que reflexionemos sobre ciertos escenarios del presente donde se despliegan muchos de los mecanismos y dispositivos de lo que con lucidez incomparable Guy Debord llamó “La sociedad del espectáculo”.
En efecto, una cosa son las consignas de lucha para transformar la sociedad en un sentido igualitario y que posibilite a todos los seres su desarrollo pleno y otra muy distinta la congregación de rebaños de población armados o no en torno a slogans publicitarios elaborados en alguna consultora.
Veamos. En las revueltas sociales de los años sesenta y setenta se formulaban llamados a la insumisión que implicaban una afirmación de la solidaridad y de la vida contra la alienación y muerte planificada en las usinas de los macro y micro-poderes. En el presente, de continuo observamos cómo se fabrican los ídolos de barro que perpetraran las maniobras necesarias para que nada cambie en lo sustancial.
En un acto reciente, un famoso jerarca político ultra conservador de la región rindió homenaje y descubrió un monumento al revolucionario vietnamita Ho Chi Minh, en tanto dio instrucciones precisas a sus tecno burócratas para habilitar una línea telefónica destinada a la delación en las escuelas de conductas díscolas con el gobierno que encabeza.
Además promovió la censura de una tira de comic que incita a la resistencia a la opresión y la lucha solidaria. Estas conductas son emblemáticas del paradigma vigente que -con variantes- alimenta la ilusión que la población elige. Lo cierto es que compulsivamente se nos insta a optar entre propuestas que con matices tenues perpetuan el sistema de dominación establecido. Veamos sino el acuerdo en ciernes con una mega-corporación de manipulación biogenética y el permanente acoso, muchas veces teñido de sangre- que se perpetra contra quienes reclaman sus derechos a las tierras.
Estas situaciones se dan a uno y otro lado de las fronteras, no han cesado las amenazas contra Félix Díaz dela Comunidad Qom y sus familiares y es más, se proyecta sacralizar en un código la posibilidad de acceso comunitario a esas tierras. Expresión superestructural de lo que sigue aconteciendo en la cruda realidad. Más que las palabras, importan los hechos.
Una oteada al Norte
En el Imperio del Norte, EE. UU., siguen los entretelones de pre-campaña, se aproxima en el mes en que las elites del poder financiero y los jerarcas de las mega-corporaciones definirán el rostro visible de la Casa Blanca.
En el enrarecido clima en el que alternan las matanzas seriales en centros de consumo, universidades y bares con lugares más connotados como la Torre del Empire Sate, se avizora la continuidad de expediciones belicistas en diversos territorios de Asia y África y la persistente extorsión de los organismos financieros demandando la apertura de nuevos mercados.
La convención del Partido Republicano ha sido un despliegue de mensajes racistas, xenófobos y misóginos. El rancio espíritu sureño esclavista de los simpatizantes del Ku Klux Klan que linchaban personas y las arrojaban a las hogueras retorna redivivo, de la mano de Mitt Rommey y sus acólitos. No hay que olvidarlo cuando la catástrofe huracanada se abatió sobre los pobres de Nueva Orleans: el Estado Federal envió allí las tropas que volvían de Irak para frenar la revuelta.
Obama
El presidente Barack Obama desea permanecer en el trono y para ello continuar con los cambios que le permitan al Imperio seguir siendo gendarme-verdugo global e ir eliminando si es preciso a ex socios incómodos en el presente, pero eficaces para las transacciones o las campañas de exterminio en pos del reinado del capital-mercancía. El proceso selectivo de aspirantes a representante es sólo un simulacro para optar entre diversos personeros de un orden injusto, jerárquico y autoritario.
Hacedores de supuestas verdades supremas
Los ideólogos del sistema establecido se exhiben bajo ropajes y con maquillajes diversos, pero en esencia apuntan a lo mismo, simular cambios para que nada cambie, ocultan por lo tanto cuáles son los mecanismos que mixturan persuasión y coacción para obtener obediencia.
Herbert Marcuse en su ensayo titulado “El carácter afirmativo de la cultura”, de reciente reedición en la Argentina, afirma: Cuando la reproducción de la vida material se realiza bajo el imperio de la mercancía, creando continuamente la miseria de la sociedad de clases, lo bueno, lo bello y lo verdadero trascienden a esta vida. Y si de esta manera se produce aquello que es necesario para la conservación y garantía de la vida material, naturalmente todo lo que está por encima de ella es superfluo. Aquello que verdaderamente interesa a los hombres, las verdades supremas, los bienes y las alegrías, están separadas por un abismo de sentido de lo que es necesario.
Las teorías que elaboran e imponen contribuyen a afianzar su poder social como clases dominantes, elites.
Lejos, muy lejos de cualquier necesidad genuina de una especie humana no fragmentada y sometida a los desmanes de los jerarcas y caudillos