Por Silvana Rodríguez (especial para Bitácora Margen)
“A los dos años y medio hubo un problema: uno de los chicos tuvo que ser operado de apendicitis, y eso hizo pensar a la familia sustituta que los nenes no tenían ninguna obra social. El hombre propuso anotarlos en la de él, la UTA, pero para eso tenían que tener a los chicos en guarda. La madre biológica aceptó la propuesta y firmaron todos”.
Esta cita se extrajo de la noticia publicada en el diario Clarín (Argentina) el día 25/08, la cual trata sobre el fallo de un juez que concede la tenencia de dos niños a su madre biológica, luego de que los mellizos habían vivido desde los dos meses de vida (tras mutuo acuerdo) junto a una familia sustituta (vecinos de la familia).
Las primeras reacciones cuando uno lee estas noticias (y más con los títulos con que las presentan, que de más está decir varían según la perspectiva de quienes las editan), podrían ser “cómo le sacan a esa familia los nenes”, “la madre los abandonó y ahora quiere ocuparse de ellos”, “quién es realmente la madre”, como algunas de las tantas sensaciones, percepciones que generan estos acontecimientos.
Sin embargo cuando uno intenta avanzar en el análisis, si se quiere, del devenir de esa situación, nuevos interrogantes se plantean y permiten otra mirada respecto a las situaciones, y es en ello, desde esta situación en particular, que intentaremos problematizar algunas cuestiones.
Como bien podemos observar en la noticia, los mellizos quedan a cargo de la vecina, en una circunstancia particular, que es cuando el padre biológico de los niños enferma y tiene que permanecer internado, entonces su esposa debe poder asistir a su marido (lo cual implica traslados permanentes); cuidar a los mellizos (de dos meses en ese entonces) y a su niña de 2 años, y si bien no es explicitado, podríamos sumarle a ello, la preocupación y ocupación por subsistir. Entonces como primera cuestión podríamos identificar esto, como una manifestación de alguna constitución de lazo social, de red, de solidaridad, como un intento de ruptura con el aislamiento, con la fragmentación imperante.
Pues bien, la situación de la familia “se complejiza” cuando uno de los mellizos tiene que ser operado de apendicitis, cuál es el aparente problema, que no cuenta con obra social, cuál es la solución visualizada, incorporar al niño a la obra social de la familia sustituta, que necesitaban , la guarda de los niños, que obtuvieron la guarda. Y ¿cuál es el problema actual? que la madre biológica pide la tenencia de sus hijos, y tras distintas evaluaciones, incluidos estudios sociambientales, el juez falla a favor de ella, considerando que está en condiciones de hacerse cargo de los niños y muy livianamente manifiesta VS “nunca perdió el vinculo con sus hijos”
Entonces, podríamos preguntarnos, ¿nadie pudo pensar en ese primer momento, cuando se concedió la guarda en las implicancias que esta situación podría tener en la vida, historia de estas personas? ¿A alguien se le ocurrió indagar si la única razón para dar una guarda era la falta de obra social? ¿La guarda de un niño se resuelve de acuerdo a la mayor adquisición de bienes y servicios? ¿Las condiciones adecuadas para la crianza de un niño se determinan únicamente por y con las condiciones objetivas y materiales? ¿No existió la posibilidad de buscar una alternativa de subsistencia, si ese era el problema (¿ese era el problema?), mas aun contando con un factor protector como eran estos vecinos para la familia biológica de los mellizos? ¿Se intervino desde una concepción de sujetos de derecho, como ciudadano o solo como consumidor? ¿algún/a iluminado/a pudo pensar en como estas situaciones podrían impactar en la construcción de subjetividad de estos niños, más aún estando en la etapa de socialización primaria?…
Y con cierto temor, podríamos arriesgarnos a preguntar ¿tuvo intervención en ello algun/a Trabajador/a Social? ¿Cuál fue el aporte? ¿Se pudo superar la mirada inmediatista? ¿Habrá escuchado alguna vez eso que se dice llamar responsabilidad y libertad en la toma de decisiones, la parte que decía ser autor y actor de cada acción pudiendo responder por ellas? ¿Será que la urgencia, la cantidad, la rutina, la naturalización conlleva a la inmediatez, a la mecanización de respuestas, y olvida la reflexividad y la particularidad de cada sujeto y más aún la mirada y análisis integral de la situación particular en relación con el contexto general?
¿Será que por este tipo de respuestas o ausencia de ellas, al menos en esta nota, solo se menciona como función del Trabajador/a Social los controles?
En fin, como diría Malacalza (2000) es posible identificar sectores profesionales que sólo internalizan las normas y reglas estatuidas como únicas e inmodificables, y otros, que con su práctica, van construyendo una nueva realidad institucional que no se corresponde exactamente con aquella visión aparentemente homogénea que suponía.
En este sentido, es que apostamos desde un intento de reflexión, a seguir preguntándonos, interpelándonos, auto criticándonos y apostando a la gran cantidad de profesionales que a diario, desde la resistencia cotidiana en su ejercicio profesional constituyen, construyen y aportan a y desde este segundo sector de profesionales…a una nueva realidad institucional.
Silvana Rodríguez (silrod14@hotmail.com)
Fuente: Diario Clarín, 25/8/07, www.clarin.com/diario/2007/08/25/sociedad/s-05501.htm
Silvana, es muy interesante la observación.
Como estudiante de abogacía que soy, debo convivir con esto a diario, existe una condena mediática, que tiende a disasociar los hechos objetivos de su respectivo contexto.
Lo mas grave se da en el ámbito de lo que compete al derecho de familia. En segundo lugar respecto a la sensación de seguridad//inseguridad, ya que es desde donde se realiza la condena que estigmatiza con claridad y sin ningún tapujo a los sectores mas pobres, excluyéndolos y marginándolos.
En tercer lugar, quizás mas grave, debido a la trascendencia mediata con la que repercute a nivel social, son los movimientos de estafa que se realizan desde los sectores mas altos de la política, “el delito de cuello blanco”.
En último lugar, los casos “mediáticos” “crímenes pasionales” que contribuyen al morbo y lleva a hipótesis desagradables, manipuladas y consensuadas a partir de “lo que la mayoría supone”, sin ir mas lejos, lo que pasó con Facundo Macarrón en el caso Dalmasso, que ahora es “el gay morboso que se acostó con su mmá y después la mató”.
Buen artículo silvana.
Hola! ante todo gracias Martin por el comentario y tiempo dedicado.
Está bueno que este espacio también nos permita ver una misma situación desde diferentes miradas, como es el derecho y en mi caso, el Trabajo Social.
Es verdad que los medios, y a veces y pero aun, los profesionales no pueden analizar una situacion en su contexto y terminan fragmentando la mirada, actuando en consecuencia. Pero es verdad también que en muchos casos, si no trascienden en lo mediático quedan en la nada. Muchas veces, la presencia en los medios, se cosntituye como estrategia de exigibilidad.
En cuanto a lo de seguridad/inseguridad, muchas veces tambien caemos en la difusion mediatica de este concepto solo asociado a delitos, y se olvidan que la seguridad tambien es salud, educacion, trabajo. Y desde esta primera mirada, ya se está estigmatizando, un caso de esto es lo que pasa con el derecho penal y sus “condenados”.
El delito de cuello blanco, no sólo esta en los sectores altos de la política (aunque politica es más que ello y no se si lo que hacen adquiere y merece el nombre de politica) sino en todos lados, en todo espacio donde haya margen de poder.
Y coincido en que no se va más allá de lo aparente, y creo que ahi esta nuestro desafio y tarea, y esto creo que es un inicio de ello, al menos de poder intentar ampliar conjuntamente la mirada, no?
Gracias Jose Luis por propiciar esto!!!
Un beso
Silvana