Por Carlos Solero
Sierra Grande en la provincia de Río Negro, lugar emblemático por su mina de hierro, diezmada en los años noventa durante la orgía neoliberal del menemato, por entonces rostro y figura del peronismo.
Sierra Grande, condenada a ser una población fantasma porque no cuadraba a los planes de las corporaciones del Mercosur, sus trabajadores mineros se tuvieron que reciclar en guías turísticos que continuaron explorando y mostrando las entrañas de la Tierra.
En Sierra Grande una humillación menos, desde ahora una de sus calles principales llevará el nombre de Valentín Sayhueque quien viviera en El País de Las manzanas entre 1818 y 1903. En efecto, ese el nombre de esa latitud del mundo antes de la campaña de exterminio de Pueblos Originarios y la apropiación de territorios para la burguesía agrícola ganadera.
Las matanzas y el sometimiento a servidumbre encabezado por el gral. Roca, llevan el sarcástico nombre de “campaña al desierto”, así es como se enseña aun en las escuelas y figura en muchos manuales de la historia oficial. Además los gobernantes veneran a figuras como la del perito Francisco Pascasio Moreno, miembro activo de la Liga Patriótica Argentina, agrupación represiva, de notoria participación en las huelgas obreras de las primeras décadas del siglo XX. Liga Patriótica que perpetró el pogrom (mantaza de personas de origen judío) en Buenos Aires durante Enero de 1919.
Por decisión del pueblo de Sierra Grande la calle llevará el nombre de un resistente como Valentín Sayhueque y no el de un genocida como Julio A. Roca.
La toponimia patagónica luce un escarnio menos.