Por Carlos Solero
Hace solo tres décadas se produjeron en la región argentina dos acontecimientos contrastantes que muestran la complejidad del comportamiento de las masas como fenómeno social.
Deberíamos volver a leer los análisis de Sigmund Freud al respecto y por supuesto el brillante y descarnado libro de Wilhem Reich, Psicología de masas del fascismo.
En efecto, el 30 de marzo de 1982 se convocó a una huelga general contra la dictadura militar, hubo marchas de protesta en todo el país, masivas, espontáneas, sin banderas ni pancartas, ya que estaba prohibida toda expresión opositora al gobierno del Gral. Galtieri. La represión policial-militar fue feroz, principalmente en la Capital Federal, fueron detenidas cientos de personas en todo el territorio.
Ahora bien, el 2 de abril de 1982 amanecimos con la noticia del desembarco de tropas argentinas en las Islas Malvinas, las mismas radios y canales de TV que dos días antes intimidaban con comunicados oficiales amenazando a la población, llamaban a la unidad nacional.
El paroxismo nacionalista se hizo presente en todos los ámbitos de la vida cotidiana y los balcones de la Casa de Gobierno se llenaron de dirigentes políticos de casi todos los partidos, los perseguidos de ayer fueron los aliados tácticos del jerarca militar en pleno despliegue chauvinista.
El dictador logró ver desde las alturas una Plaza de Mayo colmada de personas y banderas, vitoreando la maniobra belicista. Poco duró la aventura y en junio de 1982 las tropas de la O.T.A.N. encabezadas por el Reino Unido de la Gran Bretaña -con el apoyo explícito de EE UU- derrotaban en toda la línea a las fuerzas armadas del Estado argentino. El saldo de muertos y mutilados en esta guerra absurda, como todas las guerras, es una de las rémoras que persiste en la sociedad.
Como afirmaba el militante obrero anarquista Emilio López Arango, una vez más el nacionalismo operaba como ideología de la clase dominante para generar la ilusión de igualdad en una sociedad devastada por el terror.
Es preciso no olvidar estos acontecimientos si nuestra aspiración es la libertad y la justicia y el fin de la dominación y la opresión.
El nazionalismo ha sido (y es) un arma poderosa de opresión para los pueblos. muy utilizada por los poderosos cuando necesitan dividir, confundir, ocultar