Antonio Tabucchi

Por Carlos Solero
En las circunstancias históricas más difíciles es cuando los escritores, artistas, todos aquellos que desarrollan actividad intelectual, deben intervenir a favor de los oprimidos, de los humillados y perseguidos por los poderosos. Esta incitación al compromiso social y político explícito fue lanzada por Antonio Tabucchi, quien acaba de morir a los 68 años abatido por el cáncer. Una taxativa declaración de principios lanzada por uno de los escritores más originales de las últimas décadas.

Antonio Tabucchi había nacido en Pisa (Italia) en 1943, en medio de la Segunda Guerra Mundial.
Su literatura se caracteriza por otorgar voz y estatura a los seres a los que la sociedad meritocrática y exitista enturbia y margina. Todas sus novelas son muestra de ello. En Sostiene Pereira, Tabucchi relata la aventura y desventura de un cronista cultural resistente a la dictadura portuguesa de Oliveira Salazar, devenido héroe involuntario que acompaña a los insurgentes antifascistas. Es destacable la maestría literaria que despliega con su mirada libre de prejuicios exotistas y eurocéntricos en su libro Nocturno hindú de 1987.

Reivindicador de la figura del poeta portugués Fernando Pessoa, de quien afirmaba Tabucchi recibió una influencia determinante no sólo en términos literarios sino también existenciales a la hora de generar una estética revulsiva y testimonial de las problemáticas sociales contemporáneas.

Pizza d´Italia nos orienta en un recorrido apasionante a través de tres generaciones de una familia de la región de Toscana, para dar cuenta de las luchas de los rebeldes desde las campañas garibaldinas del siglo XIX hasta la lucha de los partisanos antifascistas de mediados del siglo XX, enarbolando su coraje y las banderas negras y rojas de la anarquía y el socialismo.

Decía Antonio Tabucchi en tiempos agitados: ”sobre todo cuando parece que no se puede hacer nada, hay que alzar la voz pues quedarse en silencio sería darles la palabra a los cañones”.

Una clara exhortación para la época de la que somos protagonistas. O como decía Albert Camus, seamos protagonistas para no ser agonistas a breve plazo.

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