Dí­a del TS

Nuestras congratulaciones desde relats para todos los y todas las colegas de argentina
Por César Barrantes Mucha agua ha corrido y seguirá corriendo en todos los países en la ruta de que el trabajo social construya su propia posicionalidad ético-estético-geo-bio-política respecto de sus orígenes (para unos deleznables y para otros añorables) dentro del mundo complejo de la producción, circulación y consumo de conocimientos y saberes en torno a lo que -desde RELATS, la única organización inter-continental legalmente constituida existente hoy en América Latina- consideramos que es el referente empírico (no postulamos un objetivo, meta, finalidad del trabajo social ni de la ciencia por lo demás) del trabajo social, mejor dicho del trabajo societal de cara al siglo veintiuno: el modo en que las sociedades alimentan recíprocamente la satisfacción de carencias y el potenciamiento de aspiraciones de los diversos con­glomerados sociales, con las necesidades de redespliegue y humanización del conjunto de las relaciones sociales que le dan significado a y son significadas por la sociedad considerada en su conjunto más inclusivo.

Es lo que venimos proponiendo a la discusión no sólo con sentido mayéutico sino también fronético, no sólo epistémico sino también dóxico, no sólo logótico (de logos) sino nómico, y hermenéutico pero sin sentidos prestablecidos.

Si bien los currículos (sus élites) nos han hecho creer que nos debemos a los sujetos-agentes-actores -sociales pero fundamentalmente individuales- todos ellos objeto de nuestras intervenciones racionalmente dosificadas, lo cierto del caso es que la historia nos viene demostrando tercamente que el privilegio teórico del individuo-átomo-mónada sólo nos ha conducido a una encrucijada terrorífica: las necesidades sistémicas, es decir, de la sociedad y la naturaleza, consideradas en el conjunto más integral imaginable, no han sido contempladas por la epistemología angloeuroyanquicéntrica, y no lo serán si seguimos apegados al paradigma de la modernidad perversa, de la ciencia Racionalista, y en términos filosóficos, mientras sigamos apegados a la modernidad cartesiana, hoy imperializada y neocapistalitizada, de la cual los trabajadores sociales y las trabajadoras sociales tenemos muchísimo que subvertir aún.

En nuestra América de siglo veintiuno, signada por el cambio epocal de la discusión del socialismo de siglo veintiuno (Venezuela, Ecuador, Bolivia, Nicaragua y los movimientos zapatistas, pachakutic, antiteelecé de Costa Rica, México), así como las nuevas formas y contenidos de las demandas de satisfacción de carencias y de potenciación de aspiraciones sociales en diversos países, han adquirido carácter societal y sentido ético-geo-bio-político que le está exigiendo a la fauna de ductores, intelectuales y operadores sociales, dentro de la que contamos a los agentes del trabajo social corporativo y tecnoburocráticamente organizado, capacidades noseológicas estratégicas orientadas al logro de óptimos niveles de eficiencia, eficacia y efectividad en sus acciones e impactos sustentables en la calidad y el modo de vida de las multitudes, especialmente étnico-populares.

A la luz de los drásticos corrimientos de las plataformas de los sistemas políticos que se vienen experimentando en la cartografía latinoamericana, este segundo lustro está caracterizado por intensas movilizaciones, significando con ello entornos de participación en los asuntos que hasta el pasado reciente eran concebidos como responsabilidad exclusiva de las entidades oficiales, empresariales y oenegeistas, y que hoy, cada vez más, parecieran estar siendo progresivamente relegitimados por el protagonismo de las muchedumbres antes excluidas.

Es así que cuestiones cruciales como el estado, el sistema político, el régimen jurídico-ideológico, la nacionalidad, el mercado, lo público, lo privado, lo doméstico, lo cotidiano, etc., están siendo transversalizados al menos por lo siguiente:

· La reconstitución y, en algunos casos, refundación aún no totalmente resuelta del estadocratismo desarrollista, bienestarista, populista y asistencialista, en estados sociocéntricos de derecho y de justicia, es decir, societalmente centrados y tendencialmente integrales.

· La configuración de nuevos e incipientes modos de relacionamiento multidimensional de los estados con su propia legalidad, legitimidad, institucionalidad, estatalidad, societalidad, multiculturalidad, politicidad, nacionalidad, espacio-temporalidad, regionalidad, localidad, plurietnicidad, electoralidad, cotidianidad, internacionalidad, imperialidad, mercadicidad, publificidad, privaticidad…

· La constitución de nuevos sujetos sociales dentro de los cuales se encuentran las masas étnico-populares, hoy constituidas -valga la redundancia- en muchedumbres multitudinarias, que han construido lo que en lenguaje sicoanalítico se denominan registros imaginarios, simbólicos y reales distintos a los de los decenios sesenta a noventa del siglo pasado.

De lo anterior se deriva un reto histórico como nunca lo hemos tenido los trabajadores sociales y las trabajadoras sociales -aún cosiderando los retos que se le presentaron a la emérita generación que conocimos como de la reconceptualización de los años 65-75 del siglo veinte-, a los fines de fundamentar y encarnar el proyecto de nuestra América Latinoiberoindoafrocaribeña de producción, circulación y consumo de conocimientos y saberes que endogénicamente articule el carácter segregado y elitista de la ciencia y la universidad con el carácter prudente y convivencial del sentido común y la sabiduría étnico-popular, es decir, que siendo prácticos no dejen de ser esclarecidos y siendo sabios no dejen de estar socialmente producidos, pero en esencia democráticamente distribuidos en el proceso mismo de creación, traducción y satisfacción de necesidades (carencias y aspiraciones) sociales (individuales y colectivas) y sistémicas (la sociedad considerada en su conjunto más inclusivo).

Que cada quien ponga su granito de arena. Deseamos que los y las colegas argentinas continúen provocando invenciones. El camino apenas se está configurando.

Las provocaciones epistémicas están a flor de piel.

Les abraza fraterno pero sin concesiones,
César Barrantes

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