Por Silvana Rodríguez
Mucha información es la que circula y mucho mayor, en relación con otros tiempos, es el acceso a esa información. En este sentido, se observan discursos que varían desde el fallido intento de trasmitir información neutral hasta la más extrema manifestación de opinión moral.
Más allá de los cambios en el acceso a la información, lo que permanece intacta es la selección intencionada de información y el modo de trasmitirla según los intereses que se pongan en juego en ello. Y esta cuestión resurge o se hace más notoria aun, en lo que respecta al tema de la tan mentada “inseguridad”.
No importa de quien se trate, ni de cuanta información se tenga y menos aun si es fundamentada, constatada…todo sirve si suma para reforzar la paranoia del miedo, la segura inseguridad, el aislamiento, el castigo, la revaloración del paradigma punitivo.
Es temerosa y temeraria la facilidad con la que se asocian delitos, personas, se condena, se sanciona… es terrible la liviandad con la que se tratan y se creen resueltas problemáticas sociales, claro que sin concebirlas como tales y con una única forma de resolución: encierro y castigo, “ataque” a lo aparente.
Las imágenes, las palabras, las opiniones, la construcción del dato basada sólo en el sensacionalismo y la práctica moralizante…la moral como eje y los derechos para unos y los deberes para otros, y una y otra vez, el refuerzo a “la mano dura” como LA opción…el bombardeo mediático, las reales pero redimensionadas situaciones de violencia existentes y el miedo como factor común de defensa y ataque.
Y, como si eso fuera poco, es también sumamente preocupante, como esas formas de mirar, esos modos de nominar se filtran e infiltran en quienes deberían poder tener una mirada diferente, en quienes deben aportar alguna herramienta para tener una lectura fundada de los problemas, la construcción que se hacen de ellos y las posibles soluciones…
Y más desesperante aun, es la posibilidad de naturalizar y actuar desde ese paradigma que se pretende imponer…es la trampa de entramparnos…
“…A partir del momento en que la palabra, incluso no pronunciada, abre una primera brecha, el mundo y los demás se infiltran de todas partes, la conciencia está inundada por el torrente de las significaciones, que viene por decirlo así, no del exterior sino del interior. No es sino el mundo como puede pensarse el mundo. A partir del momento en que el pensamiento es pensamiento de algo, resurge el contenido, no sólo en lo que está por pensar, sino en aquello por lo que es pensado”.
[Castoriadis, 2003: 180.]