Digamos no con dignidad

Días atrás, diferentes medios de comunicación informaron que en España se presentó un Proyecto de Ley para otorgar la ciudadanía de ese país a los nietos de los inmigrantes españoles.
Las noticias también daban cuenta de la factibilidad del Proyecto dado que todos los partidos políticos estarían de acuerdo. La generosidad española es llamativa, luego de una historia reciente y lejana de desencuentros y abandonos por parte de ese país hacia el nuestro y el resto de América Latina.

El nivel de consenso del proyecto muestra, tal vez, la necesidad de España de consolidarse desde lo geopolítico y demográfico.

Un país con una tasa de natalidad baja, donde crecen día a día -como en toda Europa- los índices de racismo e intolerancia; un país que recibe inmigración africana y de otros países del mundo, está necesitando quizás reconstruir su unidad e identidad.

En ese punto, España nos necesita.

Necesita a los nietos e hijos de los inmigrantes: los hijos y nietos de esos españoles que fueron expulsados por el hambre, las desigualdades sociales, el fanatismo político, tornado en persecución, inestabilidad y una forma de fascismo llamado Franquismo.

España, creyendo que forma parte de Europa, necesita de los hijos y especialmente de los nietos para repoblarse desde una perspectiva racista, recuperar población que tenga esa “sangre” y especialmente que sirva como factor de unificación de ese país desde la lengua.

El hijo o nieto de español que vive en América Latina en general maneja el “castellano”, sin los sectarismos de los dialectos de las diferentes regiones de esa península mas pequeña que nuestra Provincia de Buenos Aires.

España raras veces recordó y reconoció como Argentina y otros países de este continente le dieron lugar a sus excluidos, perseguidos políticos y especialmente a las masas de hambrientos ciudadanos españoles que llegaban a los puertos de América Latina.

España se sacó de encima a nuestros padres y abuelos, porque sobraban o porque pensaban en forma diferente de las distintas dictaduras y gobiernos autoritarios que manejaron ese país durante casi todo el siglo XX.

Ahora necesita recuperar a los hijos y los nietos, esencialmente por una cuestión estratégica, ofreciendo pertenecer a un “primer mundo” de fantasía, donde las libertades y el nivel de vida son producto de otras formas de la desigualdad: surgen de la explotación de los recursos de nuestros países.

España no dudó en asociarse con los gobiernos más corruptos y dictatoriales de los últimos treinta años en la historia argentina.
Logró así apropiarse del Petróleo, la Línea Aérea de Bandera, extensas propiedades, campos, industrias estratégicas, etc.

Durante la crisis de 2001, España (al igual que otros países como Francia, Alemania, Grecia, Italia, etc.) no recordó que durante la década de los cincuenta la Fundación Eva Perón le brindó asistencia alimenticia, ropas y hasta juguetes.

Muchos de los españoles que discriminaron a los argentinos en los últimos años llamándonos “sudacas”, quizás no hubiesen nacido si la asistencia de la Fundación Eva Perón no les llegaba. Sencillamente sus padres o ellos mismos tal vez habrían muerto de hambre o de frío.

Raras veces los gobiernos españoles reconocieron esa ayuda. Y en la peor crisis de nuestra historia, en el año 2001, lo que llegó desde ese país fueron reclamos de pagos de deudas generadas por sus propios capitales e intereses asociados.

Hoy nos proponen ser ciudadanos españoles. Nuevamente nos necesitan.

Por Alfredo Juan Manuel Carballeda

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