Vampiros y multitudes

Por Carlos Solero
Las multitudinarias manifestaciones de protesta popular que se despliegan cada día en España, Grecia y hasta en Luxemburgo, son una muestra contundente del malestar general reinante en el sistema del capitalismo global.
En el empecinado afán de preservar sus dividendos, los vampiros financieros llamados banqueros, no cesan de exigir ajustes draconianos que implican lanzar al abismo de la exclusión social a millones de personas.

Las medidas de reforma previsional impulsadas por el gobierno de J. L. Zapatero en España, sumadas a los recortes del gasto público y la precarización del empleo, implicarán a corto plazo agudizar la crisis para las mayorías, obligadas a pagar el despilfarro de sus clases dominantes. Es por eso que resulta estimulante observar el fervor, la obstinación y la persistencia de las acampadas de “los indignados”. Éstos se mantienen incólumes en plazas y calles más allá del acoso policial y de la indiferencia cómplice de los medios informativos. Más allá de las maniobras extorsivas de los políticos demagogos.

En Grecia, la situación social también es alarmante, la visita del director del Banco Europeo para “persuadir” al socialdemócrata Papandreu de impulsar privatizaciones masivas e inminentes de empresas públicas, ha despertado la lógica indignación de la población de a pie que se concentró frente al parlamento, alerta a los siniestros planes que allí se maquinan. Desde hace años el pueblo griego ha cobrado conciencia de su situación subalterna y miserable frente a las ambiciones de los administradores políticos de los intereses coaligados de banqueros y empresarios.

Además de lo antedicho, buena parte de las potencias europeas se embarcaron junto a su aliado EE. UU. en una perversa campaña militar en el Norte de África que ya lleva aniquiladas en Libia cientos de vidas, teniendo como blanco preferencial a población civil y justificando de algún modo la autocracia de Kaddafi.

Este panorama debe despertar conciencia en los pueblos de todas las latitudes de su potencial de insumisión frente a las destructoras perspectivas vigentes y las catástrofes en ciernes.
La tajante afirmación de Rosa Luxemburgo mantiene una increíble vigencia, la disyuntiva sigue siendo: Socialismo libertario o barbarie capitalista.

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