Por Carlos Solero
Resulta difícil aceptar que ya no tendremos como interpelación sus afirmaciones contundentes y punzantes, su demoledora ironía de francontirador de analista a contrapelo de los “bienpensantes”.
Ha muerto a los 83 años David Viñas, novelista, dramaturgo y por cierto un polemista de juicios que contribuían a la impugnación de las imposturas.
Fundador -junto a su hermano Ismael y su compañera de entonces Adelaida Gigli- de la Revista Contorno. Esta iniciativa convocó a pensadores de la talla de Adolfo Prieto, Oscar Massotta, Carlos Correas y otros, significando un aporte fundamental en la demitificación de la elite intelectual dominante en la región y la relectura de fenómenos sociales como el peronismo y autores como Roberto Arlt y Ezequiel Martínez Estrada.
Viñas nos incita a repensar la realidad social y mirar de frente y también a contraluz instituciones como los seminarios eclesiales, las fuerzas armadas y los círculos de las clases dominantes.
Podemos enumerar entre otras novelas: Un dios cotidiano, Dar la cara, Hombres de a caballo, Los dueños de la tierra, en la Semana Trágica, Cuerpo a cuerpo. Pero además el teatro también fue para David Viñas un espacio de creación obras como Lisandro son un verdadero alegato impugnador de la década infame.
Ensayos como Indios, ejército y frontera, Anarquistas en América Latina y su trabajo inaugural sobre Literatura y realidad política, son registros insoslayables a la hora de comprender complejos procesos de esta latitud del mundo.
Un estilo singularísimo, con marca personal de pensador implacable y una presencia que extrañaremos en tiempos donde las armas de la razón se tornan necesarias.