Por Carlos Solero
Es difícil determinar si las palabras mueren o no, cuando los hechos tienen contundencia hablan por si solos. Lo que es siniestro es que más allá de ella si mueren los seres humanos cuando se lanzan sobre ellos hordas artilladas.
Recientemente en Bolivia fueron reprimidos pobladores originarios con un saldo de muertos, heridos y desaparecidos. Las imágenes no dejan dudas del ataque del que fueron víctimas por reclamar por los derechos sobre sus tierras. El pasado miércoles 28 de setiembre aun cincuenta mil personas de organizaciones sociales marchaban por los caminos del departamento de Beni y hasta la Central Obrera Boliviana (COB), de posiciones políticamente pendulares apoyó el reclamo por el feroz y artero ataque.
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